Ciencia Mundial: Alemania vs Japón

Por espar Ciencia

Publicado el 24 Nov. 2022 08:03

Tiempo de lectura: 4 minutos.

El día de ayer se jugó Alemania-Japón, y nuestro posteo del día tiene mucho que ver con el desarrollo de la genética y el estudio de las mutaciones.


De moscas y genes geniales

Alemania no es un país al que le falten Premios Nobel, pero el de Christiane Nüsslein-Volhard proviene de un hallazgo genial. Esta mujer, a la que no debía faltarle paciencia, no sólo desarrolló herramientas importantísimas para la biología del desarrollo sino que realizó un screening sistemático de mutantes de la mosca Drosophila. ¿Qué significa eso? Que durante años hizo miles y miles de cruzamientos de estas mosquitas y observó sus embriones hasta encontrar algunos que fuesen anormales, para poder trazar esas anomalías a alguna mutación particular. Semejante trabajo de hormiga (o de mosca… si es que las moscas trabajan) eventualmente rindió sus frutos y podemos decir que la llevaron a un descubrimiento genial: el gen Toll, que en alemán significa justamente eso, cuyo nombre supuestamente viene del grito de alegría de Nüsslein-Volhard al contemplar al mutante. Aunque descubrió muchísimos otros genes, ningún otro tiene un nombre que exprese tan claramente la magia del momento del descubrimiento.

Por último debemos resaltar los esfuerzos de esta científica para mejorar las condiciones en que las mujeres hacen ciencia: desde 2004 existe en Alemania la Fundación Christiane Nüsslein-Volhard, cuyo objetivo es brindar facilidades a investigadoras jóvenes para alivianar la carga de trabajo doméstico y tareas de cuidado que amplían la brecha con sus colegas varones.

Christiane Nüsslein-Volhard cruzó moscas incansablemente hasta descubrir un gen “genial”..

Ni muy-muy ni tan-tan

Ya que hablamos de genética, Japón también tuvo un par de científiques que sacudieron lo establecido, en este caso en la disciplina de la biología evolutiva. Recordemos que Darwin, con su Teoría de la Evolución por Selección Natural, había comenzado a formar una idea de cómo cambiaban las poblaciones y surgían nuevas especies. El darwinismo tuvo sus altibajos, pero un nuevo momento de gloria llegó con la Síntesis Moderna surgida entre los años 30 y 40: la unión del concepto de selección natural con las leyes de Mendel de la genética. ¡Por fin había un mecanismo que explicaba cómo las diferencias en la aptitud de los individuos se heredaban a la descendencia!
El único problema es que algunas cosas no cerraban. Al mejorar y hacerse más baratos los métodos para estudiar secuencias de proteínas (el ADN todavía estaba fuera de alcance), los niveles de variabilidad que se detectaron en las poblaciones fueron mucho mayores a los imaginados. Si la selección natural era el principal proceso evolutivo, y eliminaba rápidamente cualquier variante asociada a características “no óptimas” de los individuos, ¿de dónde salía tanta variación? Parecía claro que los modelos que le daban privilegio a este proceso no podían explicar semejante fenómeno.

Motoo Kimura fue el primero en dar una alternativa coherente en la forma de su Teoría Neutralista de la evolución: es decir, que la mayoría de las mutaciones que ocurrían en el ADN nunca se llegaban a ver pues inmediatamente eran eliminadas de la población. De las variantes que vemos, argumentaba Kimura, la mayoría no dan lugar a cambios drásticos, ni “positivos” ni “negativos” para las características del organismo, sino que son neutrales, y su suerte depende más del azar que de otra cosa. La variante surge por mutación y luego se mantiene (o no) dependiendo de otros factores que nada tienen que ver con su efecto en el individuo. 

Kimura y Ohta leyendo la sección de chistes del diario.

A Kimura le sucedió Tomoko Ohta, otra genetista de la misma nacionalidad que fue su discípula. Ella fue la responsable de la Teoría Casi Neutral de la Evolución, que, como su nombre lo indica, está basada en la de su mentor, pero “le baja un cambio”. Esta teoría se enfocaba en la graduación entre mutaciones con efecto “negativo” y neutro para los individuos y llegaba a la conclusión de que el destino de aquellas casi neutras dependía del balance entre la presión de la selección natural sobre ellas y del tamaño de la población. 

Todo esto que suena tan raro y para muches aparentemente inútil permitió explicar por qué las poblaciones naturales son mucho más variables que lo esperado por las teorías anteriores. Kimura y Ohta nos dieron, tal vez, el don de entender la sutileza de la mayoría de las mutaciones.



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