Rosalind Franklin: la historia de una injusticia

Por M. Alejandra Petino Zappala

Publicado el 16 Abril 2020 16:52

Tiempo de lectura: 5 minutos.

Es, tal vez, la primera persona que se nos viene a la cabeza cuando hablamos de las injusticias en el sistema científico. A 62 años de la muerte de Rosalind Franklin, te contamos su historia.


Rosalind Franklin nació en Londres en 1920. De joven supo que quería ser científica y estudió en una de las pocas instituciones para mujeres de Cambridge que se especializaba en ciencias, pese a la oposición de su padre. A los 25 años terminó su doctorado en Química en la Universidad de Cambridge y luego se mudó a París, donde se especializó en la cristalografía de rayos X a lo largo de tres años. Con este nuevo conocimiento, Rosalind volvió a Londres.

Para entender cómo continúa la historia debemos situarnos en los años '50, en plena fiebre del ADN. Varios grupos se disputaban descubrir la estructura de la molécula, y por supuesto, todos querían ser los primeros en llegar a la respuesta. En eso se encontraban trabajando James Watson, Francis Crick, John Randall y los equipos que dirigían en el Medical Research Council. Entre otros métodos que estaban utilizando se encontraba la cristalografía de rayos X.

Esta técnica se usa para deducir la estructura de distintas moléculas en base a las imágenes que se obtienen al someterlas a rayos X. La imagen obtenida no es, por supuesto, una "foto" de la molécula, pero su interpretación puede aportar información clave acerca de su forma. Por desgracia, nadie en el Medical Research Council dominaba la técnica, por lo que no obtenían imágenes de buena calidad. 

Fuente: National Library of Medicine.

Gracias a la experiencia con la cristalografía que había adquirido en París, Franklin fue reclutada en 1951 por Randall para trabajar en la estructura del ADN junto con Raymond Gosling, un estudiante de doctorado al que ella supervisaría. Por algún motivo, Franklin nunca se llevó bien con otro de los investigadores del grupo, Maurice Wilkins. Nadie lo sabe con certeza, pero la clave podría ser un desacuerdo acerca de quién dirigía el trabajo en las cristalografías: Wilkins trataba a Franklin como si fuese una asistente y no de igual a igual.

En Enero de 1953, durante una visita al laboratorio en que Wilkins y Franklin trabajaban, y cuando ella no se encontraba presente, éste último le mostró a Watson la famosa "Fotografía 51". Cuando Watson vio esta imagen, una de las tantas tomadas por Franklin y Gosling, inmediatamente su pulso se aceleró. Fue el momento en que lo supo. "Esa cruz negra de reflejos sólo podía surgir de una estructura en hélice", escribiría el científico en sus memorias.

La famosa "Fotografía 51".

Pero todavía faltaba un análisis más pormenorizado de la cristalografía para poder descifrar la estructura exacta. Estos cálculos, que incluían las distancias entre los distintos elementos de la hélice, también fueron realizados por Franklin. Eventualmente, los números llegaron a Watson y Crick sin que ella lo supiera, a través de otros colegas. Eran los datos que faltaban para poder armar el famoso modelo de la doble hélice que sería publicado ese mismo año en Nature.

En realidad, Franklin también había llegado por su cuenta a la idea de una doble hélice con bases complementarias y "una variedad infinita de secuencias", pero nunca llegó a finalizar los cálculos para publicar su modelo: Watson y Crick ganaron la carrera. Podemos decir que no fue justo. Rosalind Franklin había aportado, sin saberlo, piezas fundamentales del rompecabezas del ADN y no fue reconocida en su vida por ello. Nadie le pidió permiso, ni a ella ni a Gosling, para compartir sus datos con Watson y Crick ni fueron consultados acerca de sus ideas al respecto. 

La imagen más famosa de John Watson y Francis Crick, posando con el modelo de la doble hélice. Fuente: https://www.sciencehistory.org/.

El paper en que la estructura del ADN se describía detalladamente fue publicado bajo la autoría de Watson y Crick. En el mismo número de Nature se publicaban otros dos papers: uno con datos de Wilkins y otro que contenía las cristalografías, con Franklin y Gosling como autores. Ninguno de ellos fue revisado por pares, sino que la publicación de los dos primeros se decidió en un club de caballeros del que participaban Randall y un editor de Nature. Franklin tuvo que solicitar que su trabajo, clave para que Watson y Crick llegaran a sus conclusiones, fuese publicado también

En 1953 Franklin abandonó el laboratorio pero no la cristalografía de rayos X: siguió por años trabajando en la estructura de virus de ARN, particularmente en los virus del mosaico del tabaco y en el causante de la poliomielitis.

En 1962, Watson, Crick y Wilkins recibirían el premio Nobel de fisiología por el descubrimiento de la estructura del ADN. Franklin ni siquiera llegó a saberlo, ya que murió cuatro años antes producto de un cáncer de ovario, probablemente causado por su exposición a rayos X. Tenía 37 años.

En esa época aún no existía la regla que reservaba los premios Nobel a personas vivas, por lo que Rosalind podría haber compartido un galardón con Wilkins (y Gosling, también mayormente ignorado), pero esto no sucedió. En qué medida la razón para excluir a Franklin fue el sexismo o la también conocida falta de reconocimiento a los equipos detrás de los "líderes" de los laboratorios, no puede saberse. Es probable que ambos factores colaboraran.

Reconocimiento póstumo de la revista TIME.

Paradójicamente, fue la descripción caricaturesca de Rosalind Franklin en la autobiografía de James Watson, "La doble hélice", la que llamó la atención de muchos sobre su rol en el escubrimiento de la estructura del ADN. El desprecio con que el científico trató a Franklin en ese texto, probablemente fundado en gran parte en su conocido machismo, no pasó desapercibido. Sin quererlo, Watson echó luz no sólo sobre el sexismo, sino sobre la injusta concepción de la ciencia como obra de grandes genios solitarios. Como, según cuentan, diría Rosalind al enterarse de que Watson y Crick le habían ganado la carrera, "todos nos paramos en los hombros de otros".



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