¡Revolución tecnológica! ¡Conseguimos producir energía por fusión nuclear! ¿O no? A la hora de leer novedades científicas o tecnológicas es importante recordar que en la inmensa mayoría de los casos la ciencia avanza en pasos incrementales y no a través de quiebres revolucionarios. Y esta noticia no parece ser la excepción.
Recientemente nos encontramos con una seguidilla de artículos periodísticos, hilos de twitter, videos de you tube y otras incontables vías de comunicación reproduciendo el mismo concepto: "Se logró fusión nuclear con ganancia de energía". Este logro se presenta como un quiebre en la producción de energía y una solución para el cambio climático. Sin embargo cabe preguntarse: ¿es tan así? ¿Estamos ante una "nueva era"?
Como en la mayoría de los casos, esta noticia tiene incontables aristas que van desde lo estrictamente técnico hasta lo político.
La fusión es una reacción que implica la unión de dos o más núcleos atómicos para convertirse en uno nuevo. Si bien la fusión produce una gran cantidad de energía, también necesita un influjo de ella para ocurrir, ya que los núcleos atómicos deben superar las fuerzas electromagnéticas que los separan. Por lo tanto la reacción de fusión puede ocurrir solamente bajo condiciones muy particulares. Hasta el momento el único lugar del universo en el cual se la consigue es dentro de las estrellas, que brillan gracias a la enorme energía que produce la fusión.
Por el enorme potencial para producir energía que tendría desentrañar los secretos de la fusión, desde hace décadas la comunidad científica se encuentra estudiando este proceso y ensayando metodologías que permitan producir la reacción - algo que ya se había logrado – pero además, intentando lograr que la cantidad de energía empleada para ello sea menor a la que se produce. Vale destacar también que para que se convierta en una fuente de energía confiable y sostenida, la reacción de fusión se debe mantener en el tiempo. Esto no es lo que se ha logrado con este experimento. Por el momento solo se ha conseguido un pequeño primer paso: la ignición. Es decir, la reacción se disparó entregando al combustible una cantidad de energía menor que la que produjo. Sin embargo es muy complicado calcular el total de energía que se necesitó para poner en marcha el experimento, por lo que aún no se puede hablar con seguridad de la fusión como una fuente sustentable. Tampoco resultó un experimento barato. En este caso la energía para la ignición llegó a partir de láseres que requieren una gran cantidad de energía para encenderse pero además resultan un equipamiento muy caro.
El siguiente paso implica incontables dificultades técnicas (incluyendo disminuir costos) que deberían llevarnos a descartar la idea de que esta fuente de energía "nos salve del cambio climático". En relación a esta problemática -y en general en ciencia- debemos tener siempre presente que las soluciones mágicas son inexistentes. Si bien ocasionalmente puede ocurrir un descubrimiento sin precedentes que constituye un antes y un después para la ciencia y para la humanidad, la mayoría de los logros de nuestra especie así como la mayoría del conocimiento adquirido se ha dado a través de pasos incrementales. Este fenómeno es casi una propiedad intrínseca de la forma de trabajar de la ciencia: alimentándose de los pasos anteriores.
Volviendo a la noticia de la fusión, lamentablemente el potencial energético implica que la reacción - al igual que la de fisión nuclear que mueve las centrales nucleares actuales – es estudiada también como una posible arma. Por ello no es de extrañar que los ejércitos más poderosos del mundo cuenten con laboratorios centrados en este proceso. Y uno de los países con más poder, sino es el más poderoso, es Estados Unidos. No se puede pasar por alto que el equipo que anunció el logro aquí discutido pertenece a las fuerzas armadas de ese país.
Tampoco es casual que hace poco más de un año un instituto de investigación chino anunció haber alcanzado un record en fusión nuclear. En este caso se trataba de un récord de tiempo ya que habían conseguido mantener la reacción durante 17 minutos. De esta forma China y Estados Unidos se ubican explícitamente a la cabeza de la carrera por una nueva fuente de energía renovable y al mismo tiempo de manera más implícita demuestran un poderío tecnológico que puede ponerse al servicio de sus necesidades militares.
El anuncio estadounidense, además, surge de una conferencia de prensa convocada por los propios investigadores y no de la publicación de un trabajo científico con revisión de pares. Al momento de la presentación ni siquiera se contaba con algo que se volvió moneda corriente durante la pandemia: un preprint. Por lo tanto otros miembros de la comunidad científica debieron recurrir solamente a su conocimiento y a trabajos previos de este mismo grupo de investigación para realizar una evaluación. Más allá de las implicancias geopolíticas y de infraestructura, si observamos sólo lo estrictamente académico, es inevitable encontrar paralelos entre esta noticia y otra que pobló los titulares en 2020: el hallazgo de fosfina en Venus. Si bien en ese caso si se contaba con un "adelanto" del paper y con datos, en los dos casos se trata de anuncios realizados por los propios investigadores convocando no a sus pares sino a los medios masivos de comunicación. Esta necesidad de comunicar al público aquello en lo que se está trabajando es digna de celebración - especialmente si consideramos la tendencia al secreto de los laboratorios militares – pero debe realizarse con mucho cuidado para evitar que una novedad que debería ser motivo de orgullo y promesa de futuros pasos se convierta en un desengaño para el público.
Como en aquella ocasión vale preguntarnos si estos investigadores están buscando conseguir nuevos fondos para continuar con su investigación, si su ilusión y orgullo les está jugando una mala pasada que los lleve a "inflar" el resultado o si realmente estamos a las puertas de una nueva forma de generar energía de manera sustentable. Los expertos que expresaron sus opiniones en estos días parecen coincidir en atemperar los grandiosos titulares periodísticos pero destacan la dificultad a nivel técnico del objetivo alcanzado.
Por supuesto no se pretende que cualquier persona no especializada sea capaz de "olfatear" cuando una novedad científica está inflada, pero esta noticia es una oportunidad más para insistir en la importancia de la educación científica y el pensamiento crítico. Estas herramientas al menos nos permitirán esperar con paciencia los pasos incrementales de la ciencia.
Imagen de encabezado: Wikimedia Commons - Robert Mumgaard