Fuente: M. Alejandra Petino Zappala
Hablamos con Guillermo Spajić de Aves Argentinas y el COA Carancho sobre ciencia ciudadana, el lugar de las rapaces en las ciudades y cómo conocerlas y valorarlas.
La ciencia ciudadana se va expandiendo: de la mano de entusiastas de la naturaleza y con ayuda de las redes sociales y apps que nos permiten coleccionar observaciones, cada vez más gente se suma a conocer distintas especies que, aunque no las veamos, nos rodean incluso en la más caótica de las urbes.
Pero por otro lado, como ya pasó con los carpinchos y los lagartos overos, también surgen las dudas: ¿Cómo es eso de encontrar a estas especies en la ciudad? ¿Son una plaga? ¿Alguien las trajo adrede? ¿Corre peligro mi caniche?
Para responder estas preguntas y algunas más, entrevistamos a Guillermo Spajić, coordinador del Club de Observadores de Aves (COA) Carancho y del Club de Jóvenes Naturalistas de Aves Argentinas.
-Formás parte de un Club de Observadores de Aves (COA), ¿de qué se trata?
-Los COAs son una iniciativa de la ONG centenaria Aves Argentinas. Son grupos organizados en distintas partes del país con la idea de juntarse con amigos a ver aves, pero muchos se fueron transformando y pasaron a ser actores relevantes en cuestiones ambientales. Empezaron a involucrarse en educación ambiental, en creación de reservas, para movilizarse cuando hay obras o proyectos inmobiliarios que afectan al ambiente… en generar en cada localidad un vínculo más ameno de la gente con la naturaleza.
-¿Cómo se hace para participar?
-Los COAs difunden sus actividades, casi todas gratuitas y abiertas a la comunidad, en redes sociales. Cada COA tiene su regularidad, ya sea de salidas de observación, censo, plantación de nativas, y otras actividades. En el contexto post pandemia la normalidad se va retomando de a poco y por suerte estas actividades al aire libre, teniendo las precauciones del caso, son de bajo riesgo.
-En estos días y a razón de algunas notas periodísticas que hablaban sobre las aves rapaces en CABA se discutió mucho acerca del lugar de estas especies en nuestra ciudad. Se habló de invasión. ¿Qué nos podés comentar de esto?
-Uno de nuestros objetivos en los COAs es trabajar en educación ambiental, y en las ciudades puede pasar que la gente piensa que la naturaleza está afuera. Y la realidad es que aunque construyamos edificios, la naturaleza sigue formando parte de la ciudad. Me da la sensación de que por eso mucha gente no puede asumir que las aves rapaces han llegado solas y creen que tuvo que haber una intervención humana.
-¿Cuáles son las especies que podemos encontrar y qué particularidades tienen?
-Las habituales son unas 10. En el “elenco estable” de las que son bien urbanas, que se pueden encontrar entre los edificios o en cualquier plaza, están el carancho, el gavilán mixto, el caburé, el halconcito colorado y el halcón peregrino, que en esta época del año se puede ver acá, porque migra desde América del Norte.
Otras que necesitan un poco más de espacio, que se ven en lugares abiertos, son chimangos, taguató, halcón plomizo, lechucita de las vizcacheras…
Cada vez más se ve el lechuzón orejudo. Se está adaptando a la vida en la ciudad y cada vez se encuentra más en plazas. Y el ñacurutú, es la lechuza más grande de Sudamérica, y tenemos el privilegio de verla en los bosques de Palermo. Tiene un porte importante, pero como es activa de noche no se percibe tanto.
-¿Cuáles son las características de estas aves y sus hábitos de alimentación?
-En general todas las especies que viven en las ciudades son muy adaptables, tienen una dieta muy amplia. El carancho come casi cualquier cosa, entonces los ves comiendo basura, un pedazo de choripán que cayó de un puesto. Van a encontrar una paloma muerta o cualquier animal muerto y se lo van a comer, y eso puede generar algunas confusiones. Y también cazan algunos animales pequeños: ratas, palomas, lo más abundante y lo que es más fácil atrapar.
-En las notas se habló de peligro para las mascotas y que estaban desapareciendo otras especies de aves. ¿Hay algo de real en esto?
-Es un mito. El más cazador, que es el gavilán mixto, lo que más come son palomas o murciélagos. Lo que es más abundante. Con los perros y gatos el problema es que para las aves representan depredadores, tienen una aprensión, y lo que sí puede pasar es que se sientan amenazadas y les hagan un vuelo rasante. Eso no es un ataque. Nunca van a tratar de atrapar un gato, sería muy riesgoso eso para un ave.
Las aves pequeñas que tenemos en jaulas sí podrían sufrir un ataque de un caburé o un halcón. Acá volvemos a que mucha gente no percibe que la naturaleza sigue existiendo en la ciudad. Si tenés un canario se puede poner en un lugar adecuado con una red en el balcón. [Pero por favor, traten de evitar tener aves enjauladas]
Hay que entender que la ciudad y la naturaleza interactúan de esta manera. En Canadá no dejan salir a los gatos a la calle porque ahí hay águilas calvas, mucho más grandes que nuestras rapaces, que pueden atrapar al gato. Para ellos es natural que el gato tiene que estar adentro. Por suerte en CABA ese problema no lo tenemos. Pero hay que tener presente que para las aves estos animales representan una amenaza, y también los humanos.
-Se habló de “plaga”. ¿Es verdad que aumentó mucho la cantidad de rapaces?
-No, no hay un aumento considerable. Uno de los motivos por los que empezamos los relevamientos, que se hacen una vez cada dos meses en distintos puntos del país, es porque queríamos saber si hay cambios en la dinámica de la ciudad. Pero también para concientizar sobre estas aves, su importancia, mostrarlas… Únicamente hemos notado un incremento en el gavilán mixto. Es un fenómeno de varias ciudades de Sudamérica, primero porque comen palomas y en todas estas ciudades hay palomas para tirar para arriba. Y también por los árboles altos, de muy buen porte, que utilizan para nidificar. Además porque pueden haber sido desplazados de otros hábitats. Pero es lo único que notamos.
-Entonces no habría muchos argumentos para asociar menor abundancia de otras especies, como el gorrión, con que haya más rapaces.
-Muchas veces hay factores indirectos que afectan a las aves. Es más fácil pensar en los caranchos, pero hay cosas como la polución ambiental, cambios en la edificación… Los gorriones se ven perjudicados en las ciudades grandes porque los nidos los hacían en casas viejas, y si vas a una ciudad del interior donde todavía hay muchas casas, probablemente veas todo lleno de gorriones. El hábitat de la ciudad ha cambiado, al gorrión se le complica pero otras aves aparecen más. Hoy hay muchísimo más zorzal colorado, hay más palomas picazuró, más torcazas…
También tenemos a una especie invasora que es el estornino pinto, y no tenemos muy dimensionado su impacto sobre otras aves. Que haya mucho más estorninos en la ciudad puede afectar a las poblaciones de gorriones. No sabemos. Pero es probable que el cambio ambiental en la ciudad tenga más impacto que la presencia de rapaces.
-Y con las rapaces, a diferencia de otras más carismáticas, aparecen todas estas palabras: “amenaza”, “invasión”, y se arma una fama que no tiene que ver con la realidad. Porque los gorriones no son aves nativas de acá y han desplazado a otras, por competencia por el alimento, y tienen buena fama porque son más simpáticos…
-Son costumbres. El gorrión lo tenemos asociado a estar en la plaza porque lo veíamos más. No veíamos tanto antes otras nativas, pero hoy de hecho tenemos más especies de aves habitando las plazas. Me hace ruido leer que hay menos aves, al estar habituado al mirar aves yo de hecho noto que hay más variedad que antes. Estas cosas muchas veces se construyen a partir de sensaciones. Está la sensación de que hay menos gorriones y se cree que la culpa la tienen los caranchos. Las cosas no son tan lineales.
-Y una ciudad con más diversidad es un ambiente más sano, más rico…
-Si. Y en la ciudad de Buenos Aires tenemos un privilegio por ser un lugar geográfico donde confluyen muchos ambientes. Hay aves nativas en cantidades astronómicas. Sólo en la Reserva de Costanera Sur hay registradas 350 especies de aves, que es muchísimo. Es el 30% de las aves de toda Argentina. En toda Europa hay unas 500 especies de aves. Así que es un montón.
-Ya que estamos hablando de crear el hábito de observar, de aprovechar esta riqueza, uno de los mantras de la comunidad de naturalistas y las nuevas iniciativas de ciencia ciudadana es “conocer es valorar”... ¿Cualquiera puede aprovechar el censo de rapaces para acercarse a aprender de estas aves?
-Uno de los objetivos era ese. Hay que hablar con el COA que te quede más cercano, se los puede buscar en la página de Aves Argentinas o en las redes sociales. Cada espacio verde grande de la ciudad corresponde a un COA y ellos te van a decir en qué punto van a estar. El censo dura una hora, durante ese tiempo se registran todas las rapaces que se ven desde ese lugar. En el COA carancho estaremos en el Lago Regatas.
Tal vez para alguno que está arrancando una caminata de observación puede ser un poco más entretenida o dinámica. Cuando lo hacemos la reacción es buena, a diferencia de eso tan apocalíptico que se ve en las redes sociales o en los diarios. Cuando encontramos a los ñacurutú en Palermo los mostrábamos a la gente que pasaba. Se sorprendían y se iban con algo distinto. Creo que de a poco va cambiando la cosa y que vamos en un buen sentido.