Ropa, envases, bolsas de supermercado reutilizables, film para comida y embalaje, hisopos, tu celular. Todo tiene plástico... o casi todo.
La mayoría de los plásticos que compramos, se pueden reciclar. Es decir, transformar esos residuos mediante procesos varios que convierten esos desechos en un nuevo material. Pero no todo plástico se recicla igual, incluso para crear algo nuevo en general se debe agregar plástico, eso genera una solución a medias. En otros casos, ni siquiera se pueden reciclar, por la dificultad del proceso, el gasto energético que implica hacerlo y porque puede resultar altamente contaminante.
Toda esa información te la dan los símbolos que muchas veces están grabados sobre ellos. ¿Los viste alguna vez? ¿Sabés qué significan?
Según el tipo de reciclaje será posible dar un uso alimentario o destinarlo a nuevos usos industriales.
El problema es cuando se vuelven basura. El tiempo de degradación depende del tipo de plástico y de las condiciones ambientales a las que se expone. Mientras sucede ese proceso de degradación aparecen los microplásticos, diminutas partículas de plástico, no mayores a 5 milímetros, compuestas de polímeros y aditivos potencialmente tóxicos.
Te compartimos dos notas que escribimos sobre este problema multidimensional y el episodio de nuestro podcast donde discutimos sobre el impacto ambiental que genera nuestros hábitos más cotidianos.
Sitiados por los microplásticos
Lo barremos bajo la alfombra: ¿qué está pasando con la basura?
Potus impactante (El episodio de nuestro podcast sobre el impacto ambiental)
