En este semanario: sospechas de fraude, misteriosa neumonía en Tucumán, dos aniversarios, dos, y un día para proteger el cielo azul.
Descubierta la causa de la preocupante neumonía en Tucumán
Tal vez en medio de otros acontecimientos que tuvieron al país en vilo en las últimas semanas haya pasado relativamente desapercibida la noticia de una misteriosa neumonía bilateral en la provincia de Tucumán. El brote de 11 casos provocó 5 muertes y antes de que se descubriese su causa, había llegado a los titulares de algunos medios del mundo por la preocupación de que fuese un nuevo virus de origen desconocido.
El 3 de septiembre la ministra Carla Vizzotti trajo un poco de calma cuando anunció que el patógeno en cuestión es una bacteria del género Legionella cuya infección puede tratarse con antibióticos. Este microorganismo es conocido por causar la llamada “enfermedad del legionario”, un curioso nombre que proviene del episodio en el que fue descrita como agente patogénico, tras el contagio de un número de miembros de la Legión Estadounidense de Veteranos en 1976.
Esta bacteria habita en el agua dulce, pero no viene sola: en realidad es un parásito intracelular de amebas, dentro de las que se reproduce y a las que usa como protección contra el cloro. Usualmente se reproduce en cañerías y puede llegar a infectar a los humanos a través de aerosoles, por ejemplo duchas, regadores o aires acondicionados basados en la circulación de agua, especialmente si ésta ha estado estancada previamente. Esto significa que no se transmite de persona a persona. De hecho, el brote estuvo restringido a una clínica en la capital tucumana, donde originalmente afectó a parte del personal y finalmente causó la muerte de 5 personas con comorbilidades.
El CONICET investiga una sospecha de fraude
Cada tanto algún acontecimiento nos recuerda que el mundo científico, lejos de su imagen aséptica, de la apariencia de estar regido por fuertes reglas éticas, configura una industria regida por las mismas lógicas que cualquier otra. La presión por publicar (el publish or perish), los intereses editoriales y de otros grupos empresariales, la necesidad de novedad incesante son el caldo de cultivo para las prácticas fraudulentas.
El 29 de agosto el sitio web For better science publicó acusaciones contra una investigadora del Instituto de Biología y Medicina Experimental (IByME) del CONICET. En una nota escrita con el tono extremadamente sarcástico que caracteriza al sitio se detallan los trabajos dudosos del grupo dirigido por la científica Patricia Elizalde, en los que muestran imágenes duplicadas e incluso editadas en sus artículos, publicados en diversas revistas a lo largo de 20 años. El sitio destaca que algunos de sus coautores más frecuentes parecen haber recurrido a prácticas similares en otras instituciones tanto en Argentina como en el exterior, en grupos en los que investigan los mecanismos moleculares del cáncer.
Dos días después el directorio del CONICET publicó un comunicado en el que prometen investigar la situación y actuar de corroborarse el fraude. Por otro lado investigadores del Consejo Directivo del IByME firmaron una carta en que consideran que las acusaciones son fundadas y exigen “una actitud activa y urgente” de las autoridades, un pedido público de disculpas por parte de los responsables y una retractación de los artículos en cuestión.
El hecho de que muchas de estas imágenes editadas y fácilmente detectables hayan pasado por los filtros de la revisión por pares en revistas altamente reputadas sin causar alarma podría sorprender a algunos. Sin embargo hace tiempo que desde distintos sectores de la academia se advierten las falencias de este proceso que aparentemente sólo beneficia a las editoriales: la inmensa mayoría de las revisiones se hacen de forma gratuita y restan a los investigadores tiempo para su propio trabajo, atentando en contra de un análisis minucioso. Por otro lado se han destapado casos en que revistas publicaron artículos con resultados impactantes en contra de las recomendaciones de los revisores, que encontraron en ellos importantes falencias metodológicas.
Evidentemente en algunos ámbitos la problemática es aún peor. El artículo de For better science menciona que este tipo de fraudes no es una novedad en el estudio del cáncer, una temática en la que los intereses editoriales pueden sumarse a los de la industria farmacéutica. No llama demasiado la atención, entonces, que algunas instituciones se hayan negado a investigar los posibles fraudes de sus miembros. Afortunadamente CONICET ha decidido tomar cartas en el asunto: al final de la nota el autor destaca la comunicación con Mario Pecheny, vicepresidente de asuntos científicos, en la que le informan de la creación de un comité que investigará las acusaciones.
Cumpleaños de Sylvia Earle, "Su profundeza"
El 30 de agosto fue el cumpleaños de Sylvia Earle, una oceanógrafa, bióloga marina e intrépida exploradora de los mares. Su papel en la exploración del océano ha sido tan trascendental que sus colegas la consideran la reina del mar y la llaman "Su profundeza" ("Her deepness").
A lo largo de su carrera como investigadora y conservacionista, Syliva fue rompiendo récords, tanto en el laboratorio como en el océano. En 1979 se convirtió en la mujer en bucear más profundo sin estar conectada a ningún tipo de barco o submarino. Consiguió este récord utilizando un traje similar al de un astronauta que permite mantener una presión equivalente a la de la superficie. Esta marca se mantiene hasta el día de hoy. Entre 1990 y 1992 fue la científica en jefe de la prestigiosa National Oceanic and Atmospheric Administration, siendo la primera mujer en ocupar ese cargo.
Junto a su marido, ingeniero especializado en sumergibles, fundó una compañía que produce equipamiento para este tipo de exploración. Al mismo tiempo, desde 1998 a la actualidad, Sylvia es una de las "exploradoras de planta" de la National Geographic Society.
Pero además de investigar, Syliva dedicó su vida a la protección y conservación de los ambientes marinos y sus habitantes. Desarrolló un programa de expediciones sustentables, impulsó la creación de Áreas Marinas Protegidas y colabora con numerosas ONGs entre las que se destacan Marine Conservation Institute y Mission Blue (fundada por ella misma).
Debido a sus conocimientos y experiencia participó también de las acciones de control y remediación de gravísimos derrames de petróleo como los de los buques Exxon Valdez y Mega Borg y la plataforma Deepwater Horizon.
Hasta el día de hoy, con 87 años, esta valiente oceanógrafa estadounidense continúa sumergiéndose para explotar los ecosistemas marinos y continúa siendo su embajadora tanto a través de la generación de nuevo conocimiento sobre ellos como a través del impulso de una relación más armoniosa de los humanos con el océano.
Aniversario del Evento de Carrington: una tormenta fuera de este mundo
El 1ero de septiembre de 1859 los astrónomos amateurs ingleses Richard Carrington y Richard Hogson se encontraban observando la actividad solar lo cual los llevó a ser los únicos testigos de una llamarada solar asociada a la que hasta ahora se considera la tormenta solar más grande jamás registrada. Las tormentas solares son alteraciones considerables de la actividad de nuestro astro que provocan impactos en todo el sistema solar. La estrella ve alterada su superficie, campo magnético, temperatura, etc. Y esto la puede llevar a emitir llamaradas de plasma, a que su campo magnético interaccione con el de nuestro planeta o a la emisión de partículas de su atmósfera.
Aunque todavía resta comprender muchísimo sobre la dinámica de nuestro astro local, conocemos lo suficiente como para entender las graves implicancias que un fenómeno de este tipo podría tener sobre nuestro planeta y en particular sobre la civilización. Si las emisiones o alteraciones se ubican en dirección a la Tierra, nuestra atmósfera y con ella el clima se pueden ver severamente afectados. A la vez un evento de este tipo puede destruir satélites e instalaciones eléctricas en pocos minutos.
Carrington y su colega no tenían idea en ese momento pero su prolijo registro de la tormenta solar y las manchas solares que la presidieron fueron uno de los primeros pasos en el estudio de lo que se denomina clima espacial. Al igual que el clima atmosférico, el estudio de este tipo de fenómenos apunta a poder predecirlos para proteger a nuestra especie y a nuestro planeta de sus consecuencias.
Junto con la detección de la llamarada solar (emisión de plasma) se detectó en todo el planeta una importante alteración del campo magnético, lo que llevó a Carrington a sospechar que existía una conexión entre los dos fenómenos.
Durante los siguientes días se sucedieron varios hechos que sustentaron la hipótesis de una importante conexión entre la dinámica solar y la terrestre. Debido a las posiciones relativas de los dos cuerpos celestes en ese momento, la principal "víctima" de la tormenta solar resultó ser Norteamérica. Sin embargo la intensidad fue tal que todo el planeta resultó de alguna forma impactado. Los dos hechos más destacables para el público en general resultaron la observación de potentes auroras boreales (provocadas cuando las partículas solares alcanzaron nuestra atmósfera) tan al sur como el Caribe y graves desperfectos en el sistema de telégrafos - incluyendo la electrocución de algunos operadores.
Resulta aleccionador pensar en las consecuencias del llamado Evento de Carrington y compararlas con lo que podría ocurrir hoy en día, con una tecnología más de 150 años más moderna. Si bien la Tierra no ha vuelto a sufrir un evento similar, esto ha sido solo cuestión de suerte debido a su posición en relación al Sol. El Evento de Carrington es una llamada de atención para continuar estudiando a nuestra estrella y entender cómo nos afecta.
7 de Septiembre: Día internacional del aire limpio por un cielo azul
El 7 de Septiembre conmemoramos este día, sugerido por la ONU e impulsado por la búsqueda de bajar los índices de contaminación atmosférica en busca de una mejor calidad del aire contribuyendo al bienestar de la población mundial.