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Dos virus fueron detectados por primera vez en el Riachuelo por investigadores argentinos. ¿Qué significa y por qué es importante este hallazgo?
En este momento en que un virus particular se está llevando toda nuestra atención, es fácil olvidarse de que convivimos con otros tantos que también afectan nuestra vida de formas menos obvias. Algunos de los que, tal vez, nunca nos enteramos. Y si es así, ¿debería importarnos?
Esta semana se supo del hallazgo en aguas del Riachuelo de virus que no habían sido reportados antes en nuestro país. No son nuevos, sino que según los análisis llevados a cabo en el Instituto Malbrán, en colaboración con la Prefectura Naval y el Instituto Leloir, están presentes en la cuenca desde al menos 2005.
Son al menos dos miembros de la familia Cosavirus y un cardiovirus llamado Saffold, ambos de descubrimiento reciente pero muy comunes y ampliamente distribuidos por el mundo. Los dos tipos de virus aparecieron en las aguas del Riachuelo de forma sostenida y en altas concentraciones entre 2005 y 2015, es decir que están circulando permanentemente en las personas que residen en el área.
¿Cuáles son los síntomas de la infección por estos virus? En general, ninguno, o bien generan cuadros respiratorios o gastrointestinales leves que no son reconocidos. Probablemente por eso ignorábamos su presencia. Sin embargo, está en duda si no pueden causar en algunas ocasiones patologías más graves como meningitis o encefalitis.
Aún cuando la circulación de estos virus no fuera un problema inmediato de salud pública por las consecuencias de una infección, que hayan aparecido en el Riachuelo señala un grave problema. Como estos virus se encuentran en materia fecal, este hallazgo indica que las aguas están contaminadas con efluentes cloacales no tratados. Eso es un problema por estos y otros patógenos que pueden generar cuadros más graves y nos lleva nuevamente a pensar en los impactos de nuestras actividades en los cursos de agua, en particular a poner atención en el ya grave problema del Riachuelo.
Por otro lado, y como ya aprendimos con el coronavirus SARS-CoV-2, la constante circulación de un virus dentro de una población significa, también, que todo el tiempo aparezcan nuevas mutaciones, y que el efecto de nuevas variantes no es fácil de predecir.
Por lo pronto, conocer la presencia de estos virus en la población argentina permite agregarlos a los monitoreos de rutina y, si se cree que puedan estar causando cuadros gastrointestinales, respiratorios o neurológicos, tenerlos en cuenta en los análisis clínicos de casos sospechosos.