Noticias de nuestro vecindario cósmico

Por Ana Carolina Zelzman

Publicado el 13 Dic. 2020 16:14

Tiempo de lectura: 6 minutos.

Mientras la humanidad continúa en vilo por el coronavirus las cosas en el universo siguen su marcha. En particular en nuestro pequeño vecindario cósmico del sistema solar, este diciembre ocurrieron y ocurrirán varios hechos dignos de mención.

 


Comencemos por el más sorprendente y emocionante para cualquiera que lo presencie, sin importar su conocimiento o interés por la astronomía. Mañana lunes 14 de diciembre, en una franja de la Patagonia que atraviesa Neuquén y Río Negro, el sol volverá a ser ocultado en su totalidad por la luna. Para la mayor parte del resto del país el eclipse será parcial. A diferencia del eclipse ocurrido en 2019, que arrastró multitudes a las zonas de totalidad, este evento se da en medio de un contexto particular. Sin embargo, algunos aficionados han encontrado la forma de acercarse a ver este fenómeno hipnótico, aun en medio de la pandemia.  No podemos dejar de insistir en la importancia de las medidas de cuidado para la observación tanto del eclipse total como del parcial que se podrá observar en el resto del país (por ejemplo en Buenos Aires, la cobertura del sol será de aproximadamente 73% a pesar de lo cual no se notarán los cambios drásticos que se notan en el caso de un eclipse total). En este link pueden encontrar un interesante mapa interactivo que refleja los datos más importantes para la observación del eclipse en la distintas localidades del país.

El siguiente fenómeno de fácil observación que nos regalará el último mes del año es la conjunción entre Júpiter y Saturno. Quien sabía que este fenómeno se acercaba seguramente ya lo habrá notado en el cielo del atardecer: en las últimas semanas dos de las "estrellas" más brillantes de nuestro cielo se han venido acercando más y más, como lo evidencia la foto que acompaña este posteo y que fue tomada con un simple celular. El 21 de diciembre los planetas alcanzarán un punto máximo de cercanía: desde nuestra perspectiva terrestre se encontrarán a una distancia aparente de menos de 1 grado, una vista que no se observa desde 1623. Esto significa que dependiendo de la calidad del cielo en nuestro lugar de residencia así como de nuestra capacidad visual, podremos llegar a ver a los dos planetas como un punto luminoso único. Para que no haya dudas es importante aclarar que esta cercanía es solo aparente y responde a la posición de la Tierra respecto a los dos planetas.

Las conjunciones de planetas son fenómenos poco habituales (debido a las diferentes velocidades orbitales de cada uno). Son muy hermosos de observar a simple vista pero no tienen demasiada importancia desde el punto de vista científico. Los planetas no cambian sus propiedades ni movimiento y una vez que la conjunción pase volveremos a tener dos puntos luminosos en distintas ubicaciones de la esfera celeste que podrán seguir siendo observados exactamente de la misma manera que hasta ahora.

¡Pero a no desaprovechar la situación! Quienes cuenten con un telescopio, aun de los más pequeños, podrán observar la inusual imagen de estos dos gigantes ambos en el mismo campo visual, un evento que no se repetirá… hasta marzo de 2080!

Más allá de estos fenómenos naturales, diciembre nos acerca tres hechos relacionados con los desarrollos tecnológicos humanos destinados a entender el universo. 

El 5 de este mes aterrizó en el desierto australiano una cápsula liberada por la sonda Hayabusa 2 de la agencia espacial Japonesa (JAXA) trayendo a la Tierra muestras del asteroide Ryugu para ser analizadas. La sonda en tanto volvió a alejarse del planeta para continuar la exploración visitando otros asteroides. Esta es la segunda vez que el programa espacial japonés lleva adelante una misión de este tipo: una sonda que se acerca a un asteroide y lo orbita para eventualmente tomar muestras de su superficie y enviarlas de vuelta a los laboratorios. En este caso el asteroide fue elegido no solamente por su cercanía con la Tierra sino también porque se trata de un tipo de cuerpo que se ha mantenido inalterado desde los orígenes mismos del sistema solar, lo cual permite a los astrónomos obtener valiosos datos sobre los orígenes del sol y su "familia". Cabe destacar el procedimiento de toma de muestra de Hayabusa 2, similar al de la sonda norteamericana Osiris-Rex, que se espera que regrese a la Tierra en 2023. En ambos casos la sonda no se posa efectivamente sobre la superficie del asteroide sino que descarga un pequeño "explosivo" que levanta pequeños trozos de material, el cual es recogido por un instrumento que se acerca a la superficie sin que la nave se asiente directamente sobre ella. La gran novedad de Hayabusa 2 respecto a su antecesora Hayabusa 1, fue que antes de tomar esa muestra, lanzó hacia el asteroide un explosivo mayor, encargado de producir un cráter que expusiera el material del interior del cuerpo. De esta forma la sonda que volvió a nuestro planeta lo hizo trayendo material que no ha sido afectado por estar expuesto al espacio.

La agencia espacial china (CNSA) por su parte, también espera para el final de este mes recuperar una cápsula con material extraterrestre, en este caso de la Luna. Chang'e 5 cuenta con cuatro módulos, dos de los cuales permanecerán en órbita lunar realizando mediciones. Los otros dos alunizaron en el Océano de las Tormentas (la misma región explorada por Apollo 12). Uno de estos dos módulos se ha encargado de la toma de muestras (aproximadamente 2 kilos de material) y el otro las recibió una vez finalizado el proceso. Este último módulo entonces, despegó de nuestro satélite y está en camino a aterrizar en el desierto de Mongolia, si todo marcha según lo planeado. De recuperar estas muestras, Chang'e 5 se convertiría en el primer vehículo en traer material lunar desde 1976. Vale destacar asimismo que CNSA cuenta en este momento con otras 3 sondas activas en suelo u órbita lunar, convirtiéndose en el país con más vehículos lunares en operaciones en el presente.

Para cerrar este paseo por nuestro vecindario cósmico tocaremos una nota agridulce despidiendo a un grande de la astronomía mundial. No se trata de un/a famoso/a astronauta ni de un/a prestigios/a investigador/a sino de una estructura que es mucho más que solo eso. Queremos dejar nuestro humilde homenaje al venerable radiotelescopio de Arecibo, que colapsó recientemente, probablemente debido a la falta de mantenimiento. Por varias décadas esta enorme antena fija fue el mayor radiotelescopio del planeta y una meca de la astronomía de ondas de radio que reunía a investigadores de todos los orígenes. Su capacidad de emisión (y no solo recepción) permitió usarlo como un muy sensible radar (por ejemplo para explorar la superficie de Venus por debajo de las nubes, sin necesidad de enviar una sonda) e incluso para aventurarse a lanzar al espacio un mensaje, con la esperanza de que alguna civilización extraterrestre lo detecte. Su extrema sensibilidad como detector, por su parte, le permitió hallazgos icónicos como el del primer planeta extrasolar (tal como detallamos en enero de este año en una nota cuyo link dejamos abajo). Pero además de un papel central en la ciencia, el radiotelescopio tuvo un importantísimo rol en Puerto Rico, la nación que lo albergaba. Financiado principalmente por la National Science Foundation de Estados Unidos, el telescopio se convirtió no solo en un importante foco de empleo para la localidad de Arecibo sino en un motivo de orgullo nacional boricua. Tan poderosa fue su influencia que a lo largo de estas semanas, transitando el duelo, varios científicos portorriqueños expresaron (principalmente en twitter) que su elección vocacional respondía de manera directa a la presencia a su alcance de un centro de investigación de primera línea.

Este es un ejemplo más de las poderosas y difícilmente predecibles influencias que la investigación científica puede generar en la sociedad, aún aquella que se aleja del planeta para explorar el vecindario cósmico que nos ha tocado.

 

Fuente: space.com

Imágenes:

Arecibo, sonda Hyabusa y eclipse - wikimedia commons

Alineamiento Jupiter y Saturno - Ana Carolina Zelzman 

 



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