Katalin Karikó y el RNA mensajero, 40 años de amor y perseverancia

Por Alejandra Castro

Publicado el 12 Feb. 2022 08:00

Tiempo de lectura: 6 minutos.

Si se menciona el rítmico nombre, Katalin Karikó, quizás muy pocas personas sepan de quién se trata. Pero gracias a la constancia y convencimiento de la bióloga quien lo lleva y que ha trabajado más de 40 años haciendo ciencia tenemos hoy las vacunas de ARN mensajero (ARNm) contra el SARS-COV-2. 


Para tener una idea de la magnitud del impacto de su trabajo en el manejo de esta pandemia, casi el 50% de los 10.200 millones de dosis de vacunas aplicadas a la población mundial hasta el momento fueron producidas por las empresas Moderna y Pfizer/BioNTech utilizando la metodología que diseñó esta investigadora nacida en 1955 en una ciudad con nombre difícil de pronunciar: “Kisújszállás”, en Hungría.

En la actualidad Katalin Karikó vive en una linda casa en una zona muy agradable en las afueras de Filadelfia y es vicepresidente senior de la empresa BioNTech. Sin embargo, el camino para llegar a este lugar no fue nada, pero nada fácil. Conocer su historia de vida más allá de los detalles de sus logros científicos quizás nos ayude a comprender un poco más cómo es la vida de las mujeres que trabajan en ciencia. Por otro lado, su ejemplo nos demuestra cómo aunque aparezcan obstáculos en el camino el amor por el trabajo y la perseverancia hacen que se concreten proyectos que parecían imposibles de lograr a los ojos de los otros.
Cuando le preguntan a esta investigadora sobre su infancia dice “Yo era una niña feliz. Mi padre era carnicero y me gustaba verlo  trabajar, observar las vísceras, los corazones de los animales, quizás de ahí me vino la vena científica”. Karikó estudió biología y se doctoró en bioquímica en la Universidad de Szeged en Hungría y comenzó su trabajo como investigadora en el Centro de Investigaciones Biológicas de la misma Universidad. Cómo ocurre muchas veces a los científicos, investigar en la Hungría comunista natal no era sencillo para esta joven bióloga, así que en 1985 aceptó una invitación para ocupar una plaza postdoctoral en la Universidad de Temple, en Filadelfia. Con mucha naturalidad cuenta que su marido y ella vendieron su coche y guardaron el dinero en el osito de peluche de su hija (no se podía salir del país con más de 100 dólares) con la idea de irse y no volver a Hungría.

Katalin Karikó (1980). Laboratorio de ARN del Centro de Investigación Biológica de la Academia de Ciencias de Hungría..

La idea central de su trabajo desde que llegó a los Estados Unidos se centraba en utilizar moléculas de ARN mensajero para curar enfermedades. ¿En qué consiste esta estrategia? La información genética que permite transmitir las características de una generación de individuos a otra está guardada en las moléculas de ADN que forman los cromosomas que viven en el núcleo de la célula. El ARN mensajero es la molécula encargada de llevar las instrucciones codificadas en el ADN a los distintos compartimientos celulares para que lleve a cabo su función específica: traducir este mensaje a proteínas que cumplen su función en los distintos procesos que se llevan a cabo en el organismo.
Su idea original era introducir en los enfermos una molécula de ARN con las instrucciones necesarias para que estas les enseñen a sus células a producir las proteínas que pudieran sanarlas. En esta primera etapa, la idea era utilizar el RNA mensajero (mRNA) para curar enfermedades y no para producir anticuerpos como se requiere para inmunizar a las personas, como ocurre con las vacunas contra el coronavirus. Durante años trabajó en este proyecto sin éxito. En la década de los años 90 su idea de utilizar el ARN mensajero para curar enfermedades recibió un continuo rechazo. ¡Una idea demasiado innovadora para el momento! En esa época se trabajaba fundamentalmente en terapia génica para curar enfermedades genéticas. Esta estrategia consiste en modificar el ADN presente en los cromosomas e introduciendo información para reparar la falta de la proteína causante de la enfermedad. Modificar una molécula de ADN  representaba una modificación permanente y por lo tanto más prometedora.

En 1995, tras varios rechazos de financiación, su proyecto fue considerado de poco valor y dejó de recibir sostén económico en la Universidad de Pensilvania. Se sumó a esta situación laboral complicada un problema de salud, ya que Karikó fue diagnosticada de un cáncer. En sus propias palabras “Estuve a punto de abandonar, de buscar otra cosa que hacer en otro sitio. Pensé que tal vez no era lo suficientemente buena, ni lo suficientemente inteligente”. Sin embargo, ante el requisito de tener un trabajo para poder renovar su visa en Estados Unidos, aceptó un puesto más bajo y con un sueldo menor en la misma universidad. Unos pocos años después, la vida le dio una nueva oportunidad a esta investigadora y a su proyecto científico. Drew Weissman, un inmunólogo recién llegado a la universidad de Pensilvania proveniente del equipo de Anthony Fauci (el reconocido referente en inmunología que escuchamos frecuentemente en las noticias durante la pandemia) estaba buscando desarrollar una vacuna contra el SIDA. Al conocer el trabajo de Karikó, le propuso que se incorporara a su laboratorio y que utilizara su metodología del ARN mensajero en el desarrollo del tan esperado producto. Este encuentro casual, en la fotocopiadora de la universidad, le permitió continuar con sus proyectos científicos y darle un giro muy grande a su carrera.

Katalin Karikó y Drew Weissman en 2015.

Recién en 2005 descubrieron junto a su colaborador la forma de evitar los efectos adversos que se observaban al utilizar esta tecnología solo cambiando una letra de la secuencia genética del ARN y que además, aumentaba considerablemente la producción de la proteína deseada. Los ensayos con animales daban también resultados cada vez mejores. Sin embargo, su trabajo volvió a ser ignorado durante años. Los dos científicos patentaron sus técnicas para crear ARN modificado, pero la Universidad de Pensilvania decidió cedérselas a la empresa Cellscript por sólo 300.000 dólares.
En 2010 una empresa dedicada a la investigación del tratamiento de enfermedades infecciosas con ARN mensajero llamada ModeRNA (acrónimo de “ARN modificado”) compró las patentes que habían registrado estos dos investigadores y estaban relacionadas a este objetivo.  Casi simultáneamente, una pequeña empresa alemana fundada por dos inmigrantes de origen turco, BioNTech, adquirió otras patentes de los mismos investigadores orientadas al uso de ARN modificado para desarrollar vacunas contra el cáncer. Karikó decidió en 2013 aceptar la propuesta de trabajo de BioNTech, empresa en la que hoy ocupa el puesto de vicepresidenta senior. Una vez en la empresa, siguió investigando para mejorar la técnica de ARN mensajero. En 2015, Karikó comprobó que recubriendo las moléculas de mRNA de nanopartículas lipídicas se evita que se degraden demasiado rápido y se facilita su entrada en las células.
Ambas empresas, BioNtech y ModeRNA, son conocidas hoy mundialmente por su contribución al desarrollo de vacunas contra la COVID-19 utilizando la tecnología de ARN mensajero que Karikó se empeñó en desarrollar a pesar de las dificultades. “Esto es algo increíble, porque significa que todo el trabajo que estuve realizando años enteros, durante la década de los 90, y convencer a la gente de que tal vez el ARNm sería bueno, valió la pena”. También recuerda que en su juventud su madre al verla trabajar con tanta dedicación le decía que alguna vez iba a ganar un premio Nobel y ella le contestaba ¡pero si ni siquiera puedo conseguir una beca, ni siquiera tengo un puesto fijo en la universidad!

​Karikó ganó el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica, junto con Drew Weissman. Si bien aún esta investigadora no ganó el premio Nobel, el etólogo británico Richard Dawkins, así como el biólogo Derrick Rossi, quien ayudó a fundar Moderna, han pedido que Karikó y Weissman reciban un Premio Nobel.
Con un gran gesto de humildad, tras la aprobación de la vacuna Katalin Kariko celebraba  el éxito logrado, pero agregó: "Festejaremos todo esto cuando los sufrimientos humanos queden atrás, cuando los retos y el mismo periodo terrible que vivimos tengan fin. Esto ocurrirá, cuando hayamos olvidado el virus y la vacuna. Entonces lo celebraré verdaderamente".
 

La vacuna contra el covid -19. La idea de Karikó hecha realidad.


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