Desde el Día Mundial de los Océanos, el 8 de junio, venimos recordando algunos vehículos y personas importantes en la historia de las ciencias del mar. Pero nuestra relación con el mar no se construye solamente a partir de cientifiques, mapas y catálogos de especies. Pescadores, empresas y estados son parte de esa compleja red que se teje entre nosotros y el océano. Alguien que entendió esa red y que supo tejerla para que diera los mejores resultados fue el biólogo marino Jose María "Lobo" Orensanz. Hoy te contamos un poquito sobre este hombre querido y respetado en la costa patagónica por su papel enlazando a todos los actores involucrados en la explotación de los recursos pesqueros.
Jose María, "Lobo" Orensanz era un biólogo marino que ostentaba un cargo de Investigador Principal del CONICET en el Centro Nacional Patagónico (CENPAT). Pero fue mucho más que eso.
Comenzó su carrera en la Universidad de La Plata, donde se formó como zoólogo pero su atención se volcó rápidamente hacia la evaluación y gestión de pequeñas pesquerías artesanales. En particular estaba interesado en aquellas que explotaban los recursos bentónicos (es decir las especies que habitan el fondo marino). Durante la década del 70 asesoró al gobierno de la provincia de Chubut en la prohibición de la pesca de arrastre, en particular aquella destinada a la captura de vieiras, un marisco muy capturado en la región. Esta técnica implica el arrastre de una gran red por el fondo marino la cual junto con la especie objetivo, atrapa toda otra que viva en ese ambiente y destruye el fondo, dejándolo lleno de "cicatrices". Lobo propuso reemplazarla por pesca por buceo, un método con mucho menos impacto, que permite seleccionar exclusivamente los ejemplares de la especie que se busca.
A raíz de la dictadura militar, Lobo abandonó luego el país para realizar su segundo posgrado en la Escuela de Pesca de la Universidad de Washington. Con su vuelta a Argentina y asentado en Puerto Madryn, impulsó la gestión basada en el ecosistema, una estrategia de manejo de la pesca que implica un monitoreo constante de su impacto en el ambiente (y no solo en la especie objetivo). También involucra la participación de la comunidad en la gestión con la idea de que será ella misma la beneficiada por un manejo respetuoso del medio ambiente.
Esta necesidad de coordinar los esfuerzos de todos los actores involucrados lo llevó a organizar eventos que él denominaba cordero workshops, cenas informales en donde se mezclaban integrantes de la comunidad científica, administradores, pescadores, etc. Estas reuniones resultaron en acciones conjuntas en las cuales toda la comunidad consensuaba medidas, en lugar de percibirse como enemigos mutuos.
Llevando su trabajo a una escala geográfica mayor Lobo fue inspirador de la conservación del Banco Burdwood, una región del Mar Territorial argentino caracterizada por una particular riqueza en especies de invertebrados que es aún muy poco conocida. Gracias a su impulso, en 2013 se sancionó la ley que creó en esa región la primera Área Marina Protegida de Argentina en alta mar (las anteriores eran todas costeras). También colaboró con el Comité Asesor de la iniciativa Pampa Azul.
Lobo falleció en 2015 pero la comunidad de Madryn lo recuerda con un gran cariño y respeto no solamente por sus amplios logros académicos sino también por su cordialidad y su bondad como persona. Tal fue la marca que dejó en esta comunidad que en muchos sentidos depende del mar, que lleva su nombre desde el auditorio del CENPAT, su lugar de trabajo, hasta la feria anual de pescadores artesanales de la ciudad.
Fuentes: https://revistapuerto.com.ar/2015/04/feria-de-pescadores-artesanales-lobo-orensanz/, https://marpatagonico.org/lobo-orensanz/