Ciencia soberana y coronavirus

Por M. Alejandra Petino Zappala

Publicado el 22 Enero 2021 14:25

Tiempo de lectura: 3 minutos.

Con el surgimiento del COVID-19 queda cada día más claro por qué es importante tener un sistema fuerte de ciencia y tecnología. En esta nota te contamos por qué una ciencia soberana y democrática es importante no sólo para comprender cómo y por qué nos pega esta pandemia, sino para prevenir otras en el futuro.


Pocas veces queda más en evidencia la necesidad de tener un sistema fuerte de ciencia y tecnología que cuando estamos en medio de una pandemia. Nadie estaba realmente preparado, por supuesto. Pero cuando el virus comenzó a circular y se reveló su peligrosidad, algunos países tenían mejores recursos para reaccionar rápidamente que otros.

Pero acá no hablamos (sólo) de la capacidad para testear masivamente o levantar nuevas salas y hospitales, que por supuesto depende de que exista una infraestructura previa. Además de eso, cada país tiene distintas realidades a las que atender para abordar sus particularidades y desarrollar sus propias estrategias.

Cuando por primera vez se secuenciaron genomas de SARS-COV-2 de pacientes argentinos, el acontecimiento fue noticia, pero no todo el mundo entendía a qué se debía su relevancia. Uno podría preguntarse: ¿qué sentido tiene conocer la secuencia de ARN del virus en la población argentina cuando ya hay datos de otros países? Parecería un esfuerzo innecesario. Pero no es así, ya que pequeñas variaciones en el virus pueden hacer que eventuales vacunas o tratamientos tengan distinta eficacia en diferentes linajes del patógeno. Y, de hecho, esto quedó mucho más claro en los últimos meses con la aparición de variantes (la que hemos escuchado llamar "variante británica", en particular) que nos preocupa por su potencial de aumentar la tasa de contagio.

Imagen del SARS-CoV-2 tomada por el Instituto de Biología Celular y Neurociencias "Profesor E de Robertis".

Pero para lidiar con una epidemia no alcanza sólo con desarrollar fármacos. Hay que saber también cómo se propaga el virus, qué cambios de comportamiento adoptan las personas (o no adoptan), cuáles son las condiciones de cada sector de la ciudadanía para acceder a las medidas preventivas y recursos para protegerse, cuáles son las realidades que hacen que algunas personas se vean obligadas a salir y exponerse y también por qué motivos otras personas deciden salir innecesariamente. Y no hay que perder de vista la heterogeneidad y los factores particulares que afectan estas dinámicas en cada sociedad, especialmente cuando se trata de desarrollar políticas públicas.

Si algo dejó claro esta pandemia es que allí donde se busquen leyes simples y universales para entender por qué a algunos países les va mejor que a otros se fracasa. Los que en algún momento fueron ejemplos hoy pueden estar sufriendo un brote incontrolable y en la mayoría de los casos es difícil encontrar las razones, pero de seguro no se deben exclusivamente a los aspectos biológicos de la infección. Más que nunca debe romperse con la visión dicotómica de las ciencias exactas y naturales contra las ciencias humanas y buscar un diálogo que considere los distintos aspectos de la cuestión.

Y no nos limitemos al coronavirus: también se necesita comprender cómo un virus "salta" de una población animal a los humanos, un proceso que se conoce como "zoonosis" y que hay que analizar de forma interdisciplinaria. Allí donde muchos echaron culpas apelando al nacionalismo y al racismo, una mirada más profunda encuentra una relación conflictiva que la humanidad toda mantiene en este momento con los recursos naturales. Porque el SARS-COV-2 no es el único virus que ha "saltado" hacia nosotros, no es la primera pandemia de la historia y no será la última, pero disminuir la chance de futuros saltos es posible y requiere cambiar radicalmente la forma en que nos relacionamos con el ambiente. Esto en un país productor de materias primas debería ser un tema en agenda que amerite un abordaje interdisciplinario y una discusión amplia, con evidencias científicas, por supuesto, pero sin limitarse al sector científico. Esta crisis puede ser también la oportunidad de tener una ciencia soberana, pero especialmente, más democrática.



Si querés colaborar con esparCiencia, ya podés “comprarnos un cafecito”. Será de gran ayuda para que podamos mantener el compromiso en la comunicación de la ciencia y la tecnología.

Invitame un café en cafecito.app