Fuente: esparCiencia
Senegal vs Países Bajos: te contamos sobre el pasado y futuro africano y sobre la historia de cómo podemos ver lo más pequeño de lo más pequeño...
Pasado y futuro africano
Durante el turbulento siglo XX y en medio de los procesos de descolonización de su continente natal, vivió Cheikh Anta Diop, un historiador, antropólogo, politólogo y físico Senegalés. El trabajo de Diop no está exento de controversias debido a su uso de fuentes desacreditadas y a su manejo del hoy desbancado concepto de raza, pero sus principales ejes de investigación lo convierten en una figura fundacional de la antropología en su continente.
Diop estudió los orígenes de nuestra especie en África y sus primeras migraciones. En una de sus más controvertidas hipótesis, planteó que los habitantes del antiguo egipto eran negros, usando como se dijo, la vieja idea de raza. Teniendo en cuenta las culturas e idiomas predominantes en el continente, sugirió que las diversas naciones africanas comparten más rasgos de los que las diferencian. Este planteo originado en la investigación se convirtió en la base del movimiento político y filosófico del Renacimiento Africano, que apunta a que los pueblos del continente superen el trauma ambiental, social y político generado por siglos de colonización europea. Esta superación debe ocurrir también en el propio contexto profesional de Diop. Al día de hoy sigue siendo muy válida su pregunta respecto a la posibilidad de un sesgo cultural no solo en las publicaciones científicas sino incluso en la elaboración de hipótesis.
Un solitario explorador del microcosmos
Gracias a su historia colonial y sus extensas aventuras comerciales, este pequeño país europeo encontró la estabilidad y recursos económicos para dar lugar a lo largo de su historia a muchas personalidades científicas destacadas a nivel mundial.
Entre ellas probablemente la marca más fuerte sea la de Anton van Leeuwenhoek, a quien podemos sin duda llamar el primer microbiólogo.
Anton se desempeñaba con cierto éxito como comerciante textil - una actividad muy común en su región - y para inspeccionar la calidad de las telas que adquiría comenzó a fabricar sus propias lentes de aumento usando un método de su propia creación y que nunca quiso revelar. Estas lentes resultaron ser de una gran calidad y solo era cuestión de tiempo para que su creador se preguntara qué más podría observar con ellas. De esta forma se convirtió en la primera persona en ver los tejidos celulares que forman el tallo de una planta, la enorme diversidad de vida microscópica que puede albergar una gota de agua, los espermatozoides y cientos de observaciones pioneras más.
Pero Anton prefería trabajar en soledad y nunca publicó sus observaciones en artículos en latín - el idioma científico por excelencia en su tiempo - por lo que la incorporación de sus descubrimientos al corpus del conocimiento científico demandó de tiempo y del impulso de otros investigadores.
Poco a poco dejó su actividad comercial y se dedicó de lleno a la ciencia, llegando a detentar prácticamente un monopolio de la microscopía de su tiempo, lo cual le permitió describir varias especies de microorganismos, descubrir el patrón de bandas de las células musculares y ser la primera persona en realizar una tinción histológica.
A pesar de no haber publicado ningún paper, el meticuloso registro de sus observaciones (informado a través de cartas a la Real Sociedad de Londres, una de las primeras Sociedades Científicas a nivel mundial) convirtió a Anton van Leeuwenhoek en un científico reconocido en su tiempo y actualmente.
Mientras tanto, su técnica de construcción de lentes fue redescubierta recién en el siglo XX mediante el análisis de tomografía de neutrones no destructiva, una técnica que permite observar la estructura interna de un objeto sin destruirlo. Un equipo de investigadores analizó de esta forma una de sus lentes y confirmó su técnica de construcción recreándola para conseguir resultados comparables.