Fuente: esparCiencia
En nuestro último posteo presentando a todos los países, tenemos a Portugal y Ghana: epistemologías del sur y enfermedades tropicales no atendidas. ¡Acompañanos!
Un portugués del sur
Nacido en Portugal pero latinoamericano honorífico, Boaventura de Sousa Santos estudió Derecho en su país natal y escapó en cuanto pudo de la dictadura que tenía a su país sumido en la violencia y la pobreza. Hizo sus estudios de posgrado en Alemania, viviendo de cerca el clima de la Guerra Fría, y Estados Unidos, donde se nutrió del espíritu de los movimientos por los derechos civiles y la lucha contra la guerra en Vietnam. Pero serían sus peregrinajes fuera de Europa los que lo llevasen a lo que es hoy el corazón de su obra, el concepto de “descolonialización del saber”. Para su trabajo doctoral viajó a Brasil a realizar experiencias de observación participante en favelas de Rio, una experiencia que le cambiaría la vida. “Allí aprendí que el conocimiento no está confinado a las universidades (...) Por sobre todo, aprendí que hay más en la vida que los estrechos objetivos de una carrera académica” declaró en una entrevista. Desde entonces se dedicó a analizar cómo algunas experiencias son minimizadas, borradas o consideradas como saberes no auténticos, con una crítica tanto a la ciencia como al derecho occidentales: la construcción del saber científico y de la legalidad han privilegiado a los puntos de vista de los países centrales y han cometido lo que define como “epistemicidio”, un asesinato de saberes.
En su sitio Epistemologías del Sur recopila trabajos de todo tipo para tratar de llegar a un movimiento antiimperialista que pueda incluir a toda la humanidad en un diálogo que no relegue las diversas experiencias y culturas que la conforman. Las epistemologías del Sur, como las define, son aquellas surgidas de la lucha y de las injusticias sistemáticas del sistema capitalista. Para Santos, hacer una “traducción intercultural” y poner a todos esos saberes en diálogo es la única forma de construir un saber que pueda apuntar a la objetividad, no así a la neutralidad: tanto la ciencia como el derecho deben trabajar para mejorar y proteger en primer lugar a los grupos y clases sociales más vulnerables.
La pionera ghanesa
Si hablamos de mujeres pioneras en la ciencia definitivamente deberíamos mencionar a Letitia Obeng, la primera mujer ghanesa en obtener una licenciatura en ciencias, y luego también la primera en hacer su doctorado. Las fechas son muy recientes: 1952, año en que finalizó sus estudios en Zoología en la Universidad de Birmingham, y 1964, en que se doctoró en medicina tropical en Liverpool.
En su doctorado trabajó en un tipo de mosca asociada a cuerpos de agua que causa graves enfermedades, en particular la oncocercosis, la que decidió estudiar Obeng. Esta condición afecta desproporcionadamente al continente africano (99% de los casos ocurren allí) y es la segunda causa de ceguera asociada a infecciones en el mundo, por lo que a veces esta enfermedad ha sido llamada “la ceguera de los ríos”. La historia de esta enfermedad está llena de “vueltas de tuerca”, pues la mosca no es la responsable real, sino que al morder a las personas les transmite un pequeño gusano nematodo. Pero parece que el nematodo tampoco es el que causa la enfermedad, sino una bacteria que lo parasita, y que cuando infecta a las personas libera proteínas que generan inflamación y respuestas inmunes en las mucosas, llevando eventualmente a la ceguera y otras manifestaciones cutáneas.
Ya de vuelta en Ghana, Obeng se dedicó a estudiar las dinámicas de esta mosca en los cuerpos de agua de su país, en particular en aquellos hechos por el hombre: de hecho, el mayor lago artificial del mundo, el Volta, fue uno de sus sitios de trabajo. Localizado entre el centro y sur del país, este inmenso cuerpo de agua contiene una represa que genera buena parte de la energía eléctrica del país. Pero generarlo involucró la inundación de casi 8000 km² y la relocalización de 78.000 personas y trajo aparejado el problema de la oncocercosis: se trata de la zona con mayores tasas de la enfermedad del mundo.
Aunque ya está retirada, Obeng se encargó del monitoreo de este lago y otros tres de similares características durante toda su carrera. Ahora se dedica a la divulgación sobre parasitología y también es un modelo a seguir para las mujeres en ciencia, que la consideran “la abuelita de las científicas ghanesas”.