Hoy 29 de abril día del animal les compartiremos cuentos cortos relacionados con los protagonistas de este día, anécdotas vividas por algunos de lxs integrantes de esparciencia ¿Recordás alguna anécdota que tengas con animales?
Un caimán distraído
Por Julieta Mirabelli
Allí iba yo caminando por una calle que separaba dos ríos en los llanos venezolanos, bajo el sol incandescente de las 2 de la tarde. Me atrasé con las tareas del día, debía chequear los nidos más alejados, los del número 54 al 65, para ver si finalmente las golondrinas habían puesto huevos. Algunas parejas venían bastante atrasadas en la temporada, y temía que ya no lo fueran a hacer.
Salí a las 6 am, la idea era empezar con el amanecer pero volver antes del mediodía. De no ser así, el sol se vuelvería insoportable. De todos modos me atrasé. Además de chequear los nidos debía atrapar un macho de golondrina del nido N°24, hace días que intentábamos y no lográbamos hacerlo, él sabía que estábamos cerca y se quedaba mirando de lejos, mientras yo, escondida detrás del único árbol, esperaba que entre al nido… cosa que nunca hacía. Ahí lista con el anillo para poner en su patita, una especie de tuerquita de metal muy pequeña con un grabado único que indica el número de ave anillada. Fui directo a su nido, y tensé una trampa diferente que me permitía alejarme y esconderme fuera de la vista. Así con mi binoculares muy quieta… esperé... hora, hora y media, el tipo no estaba confiado… y bueno, ¿quién podría juzgarlo? A la hembra no le importó, entraba y salía con alimento para sus pichones que gritaban desesperados, pero él no se inmutó, ya casi acalambrada lo vi levantar vuelo, y sin aviso alguno ingresó cual tromba al nido. La emoción me hizo levantarme de un golpe y tirar la línea que activaba la trampa de la puerta, ¡ZAZ! ¡Lo atrapé!
Hice lo más rápido posible, lo saqué con cuidado, le tomé varias medidas, mientras anotaba en mi libreta de campo, largo del ala, largo de cabeza-pico, peso, una pequeña toma de sangre y anillo colocado, listo. 4 minutos y ya volaba otra vez.
Un gran logro para esa mañana luego de días intentando atraparlo, pero aún me faltaba caminar a los nidos alejados. Qué decepción fue cuando no encontré nada allí, solo los adultos volando por la zona. Tal vez este no sea su año.
Cuando volvía ya al medio día el sol pegaba fuerte, se me formaba una gota de transpiración en la punta de la nariz que hacía que se me resbalasen los anteojos de sol y todavía tenía una hora de caminata. Tranquila, luego de un buen sorbo de agua me puse los auriculares, solo debía caminar derecho. Pero no era la única en ese camino. Yo buscaba una canción, tenía un viejo MP3, no era fácil encontrarla, debía entrar a varias carpetas y bajar varias canciones, me llevó un tiempo pero la encontré, de a poco relojeaba el camino, no quería llevarme algo por delante, pero no fui lo suficientemente cuidadosa y sin querer ¡CASI LO PISO!... un caimán en el medio del camino, quieto con su bocaza abierta, tomando sol. Sip, menos mal que lo agarré por sorpresa y no atacó, menos mal que no lo pisé porque si hubiese atacado... la cosa es que lentamente me retire hacia atrás y lo esquive no nos dejamos de mirar en ningún momento, casi un concurso de quién pestañea primero, ese día la suerte estuvo de mi lado. ¿Vieron que les dicen que no deben escribir en el celu mientras caminan, menos cuando manejan? Bueno mejor hacer caso a ver si te tropezas con un caimán en plena ciudad de Buenos Aires...
La mariposa que se bajó en Sarmiento y Pueyrredón
Por Julieta Mirabelli
Una mariposa monarca se posa en el espejo derecho de mi moto, allá en pleno barrio de Once. El tránsito me detuvo por unos segundos en la intersección de Sarmiento y Pasteur y allí apareció. Tal vez necesitaba un aventón, tal vez necesitaba sentir el viento en las antenas. Pero arranqué y ella se quedó, 1era, 2da, 3era...semáforo, y allí seguía ella bien agarrada.
Era pre pandemia, mucha gente, en época de comienzo de clases, gente comprando y amontonada por doquier. Imagino que ella, al igual que yo, quería escapar de ese caos. Me acompañó por 5 cuadras, y antes de cruzar la avenida Pueyrredón levantó vuelo, me pasó por delante, claro, que sentí que me agradeció y se fue volando en dirección sur, seguramente para tomarse el tren.
Una ayuda emplumada
Por Ana Carolina Zelzman
Las cigueñas son aves inconfundibles que son objeto de cientos de mitos e historias alrededor del mundo. Esta es una más, una hermosa historia que las involucra y cuya veracidad desconozco. (Tal vez conozcas a alguien que nos pueda ayudar a verificarla!)
Imaginá que frente a una tragedia te vez obligade a dejar tu hogar y tu familia se separa. Sus integrantes toman distintos rumbos sin saber cuándo se volverán a ver. ¿Cómo sostenés el lazo familiar? Imaginá que no contás con internet y ni siquiera con teléfono. Que cada persona desconoce el paradero de sus parientes porque nadie sabe cuál será su destino al partir y por lo tanto no hay domicilios donde mandar cartas…
Esta fue la situación de los armenios que escapaban de Turquía durante el genocidio de finales del siglo XIX y principios del XX. ¿Cómo lograron mantenerse en contacto?
Mientras el pueblo armenio se dispersaba por los países mediterráneos y de Asia Menor escapando de la persecución, iban abarcando sin planearlo el área de distribución de las cigüeñas: aves migradoras por excelencia. Igual que muchas otras especies, las cigüeñas se mueven entre territorios de alimentación y territorios de cría. Y son muy apegadas a su destino. Después de volar miles de kilómetros, cada una se reencuentra con su pareja (porque son monogámicas), arman el nido y crían a una nueva tanda de polluelos, siempre en el mismo lugar. Y las construcciones humanas son sitio ideal para esto, así que la gente que vive con ellas aprende a reconocerlas. De esa manera en cada punta de su camino encuentra todos los años a los mismos humanos.
Entonces, según cuenta esta historia, los armenios vieron en este animal una forma de intentar establecer ese nexo perdido. Sabiendo que algunas cigüeñas migraban entre pueblos que habían recibido a los refugiados en distintos países, comenzaron a colocar mensajes en las patas de las aves, esperando que fueran recibidos al final de la migración. Por supuesto nadie podía estar seguro de que sus cartas llegaran al destino correcto pero con un poco de colaboración comunitaria, los mensajes se iban pasando de mano en mano.
De esta forma, con un poco de ayuda humana la cigüeña se convirtió en un ave mensajera que a diferencia de las palomas (a quienes les tocó a veces llevar órdenes militares) solo llevaba mensajes de amor y amistad entre seres queridos separados por la persecusión y por miles de kilómetros.
¡No se si esta historia es cierta, pero si me preguntan a mi, es un mito más lindo que la historia de que traen bebés!