Tu Youyou, al rescate de los saberes olvidados

Por M. Alejandra Petino Zappala

Publicado el 30 Dic. 2020 08:50

Tiempo de lectura: 5 minutos.

Si hay una historia que muestra cómo la ciencia puede entrelazarse con otro tipo de saberes, es la de Tu Youyou. En su nonagésimo cumpleaños te contamos sobre ella.


Youyou (este es su nombre de pila, que en chino se coloca después del apellido) nació hace exactamente 90 años en Zhejiang, en la República Popular China. Su historia parece describir una especie de círculo perfecto, que comienza con la elección de su nombre. Su padre se decidió mientras leía un libro clásico de poesía china: según el poema, "youyou" era el sonido que los ciervos hacían al comer la planta medicinal qinghao, conocida para nosotros como artemisia. Esta planta (algunos creen que su nombre científico proviene del griego artemes, "sano") es el hilo conductor de la historia de Youyou.

Desde pequeña estuvo inmersa en el mundo de la medicina china, y no sólo por su nombre. Su padre tenía conocimiento en el tema y los remedios tradicionales formaron parte de su infancia. Pero las ganas de estudiar medicina recién aparecieron junto con la desgracia: una infección de tuberculosis que interrumpió por dos años todas sus actividades (incluyendo sus estudios secundarios) pero que terminaría de dirigir su rumbo: quería encontrar nuevos recursos para lidiar con las enfermedades que asolaban a su país. Cuando pudo, Youyou volvió con todo, terminó el secundario y comenzó a estudiar farmacología en la Universidad de Bejing. Una vez que se recibió, en 1955, su trabajo prosiguió en la Academia de Medicina Tradicional China, donde combinó el conocimiento de las técnicas farmacológicas más modernas con los saberes propios de la medicina tradicional. En particular, su interés apuntaba hacia las enfermedades más olvidadas por la ciencia occidental, muchas de las cuales asolaban a los países en desarrollo y eran causa de muchas muertes y sufrimientos. En sus primeros años de investigación estudió el efecto de la planta Lobelia chinensis -una de las más importantes de la medicina tradicional china- para tratar esquistosomiasis, causada por un gusano parásito y muy común en las poblaciones pobres del sur de China en ese momento.

La joven Tu Youyou y uno de los antiguos textos que analizó.

Fue la guerra de Vietnam el último ingrediente para que la historia de Youyou tomara forma: la presencia de malaria, endémica en este país, empeoraba su ya crítica situación ante la invasión de los Estados Unidos. En 1967 Hồ Chí Minh, presidente y aliado del gobierno chino, logró convencer a las autoridades del Partido Comunista para establecer un proyecto secreto (el Proyecto 523) en busca de compuestos aptos para tratar la enfermedad. 

Obviamente, Youyou tuvo allí su lugar. Gran cosa, porque se le ocurrió la idea de volver a la medicina tradicional china en busca de una solución. Fue una ardua búsqueda, con visitas a pacientes, a especialistas en toda clase de remedios milenarios de su tierra, con años de trabajo de laboratorio para la extracción de componentes y pruebas en ratones. 

Y un día apareció. Había sido descripta un milenio y medio atrás bajo el título "Una medicación para llevar bajo la manga en caso de emergencia". Youyou había probado la receta y otras variantes sin demasiado éxito, pero siguiendo la recomendación de otro antiguo libro de medicina china modificó el proceso de preparación para evitar que se degradaran los compuestos activos de la planta en cuestión. Ese nuevo extracto fue totalmente efectivo en ratones. La planta era la artemisia.

La planta Artemisia annua.

En los años que siguieron, el grupo de Youyou se abocó al estudio de los extractos obtenidos por diferentes métodos de distintas partes de la planta Artemisia annua, analizando sus propiedades farmacológicas y químicas. Y cuando llegó el momento de probar su seguridad en humanos, ella sintió que era su deber como líder del laboratorio ser la primera. Esto no es para nada común, pero en ese momento no tenían a su disposición recursos ni infraestructura para un ensayo, ni tampoco existía en China un protocolo a seguir para esa parte del proceso. Youyou y otros colegas recibieron las primeras dosis del extracto en una prueba exitosa. Una vez demostrada (bueno, si se puede decir que estaba demostrada) la seguridad del fármaco, en 1972 realizaron el primer ensayo con pacientes de malaria. Esta prueba fue también satisfactoria, y le siguieron años de investigación en varios laboratorios chinos para caracterizar y mejorar los extractos. Recién en 1978 pudieron hacer pública la existencia del compuesto, una vez levantado el embargo que mantenía el proyecto en secreto. La información tardó un poco más en salir de China, pero eventualmente el Ministerio de Salud chino y la Organización Mundial de la Salud comenzaron trabajos conjuntos para hacer al nuevo remedio -la artemisina- disponible para el tratamiento de la malaria en todo el mundo.

La portada del reporte de Tu Youyou.

Hoy en día la artemisina es el compuesto más efectivo para este fin. Pero la historia de Tu Youyou seguía siendo prácticamente desconocida incluso para los especialistas hasta que dos investigadores del NIH decidieron rastrear los orígenes del remedio. Y se encontraron con esta mujer de perfil bajo, que en ese momento tenía 75 años y seguía trabajando incansablemente como jefa de su laboratorio en Beijing. Una científica que estaba "fuera del sistema" (es decir, del sistema de ciencia occidental), pero tampoco formaba parte de asociaciones científicas en su propio país. 

Recién en 2011 su historia se hizo visible para el mundo entero con una serie de importantes galardones. Cuatro años después ganaría el más codiciado: el premio Nobel de medicina y fisiología, el primero en esta categoría para China y también el primero en cualquier categoría para una mujer de ese país. Pero, aún feliz por haber ayudado a tanta gente, Tu Youyou permanece humilde y aprovecha para recordarnos la importancia de mirar los saberes que permanecen en los márgenes, a todo aquello que ya está descubierto, sólo que aún no lo sabemos.



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