Mates de madrugada

Por Paola Villatarco

Publicado el 17 Dic. 2020 12:24

Tiempo de lectura: 2 minutos.

Hoy te traemos el testimonio de Paola Villatarco, Licenciada en Ciencias Biológicas, quien navegó en el ARA Puerto Deseado.


Mi primer viaje en barco fue de veintiún días a bordo del Puerto Deseado. Me embarqué como asistente de una (a partir de entonces) amiga, a fin de colectar muestras planctónicas y bentónicas que fueron empleadas en diferentes investigaciones. En ese viaje fuimos veintiocho personas como personal científico y, además, habían alrededor de 100 personas que eran la tripulación del barco.

Familiarizarme con lo cotidiano a bordo fue un desafío. Es primordial ordenar los objetos personales en el camarote y también en el espacio de trabajo, trincando (atando) todo aquello que pudiese moverse en algún rolido (movimiento lateral del barco). Si no, se corre el riesgo de no poder dormir hasta no descifrar qué es ese algo que gira y hace ese sonido tan molesto. Si bien al principio no estaba totalmente cómoda con el constante movimiento del barco, posteriormente en algunas ocasiones notaba como cambiaba automáticamente el centro de masa y tensaba músculos para mantener el equilibrio, incluso en situaciones como al lavarme la cara o cepillarme los dientes, y ni hablar cuando estaba filtrando muestras en el laboratorio. Adaptarme a las locas horas de trabajo (se muestrea cuando el viento y la ola lo permiten) fue difícil, o tal vez no lo logré por completo ya que mi percepción del tiempo estaba totalmente alterada.

Fue difícil adaptarme a las locas horas de trabajo (se muestrea cuando el viento y la ola lo permiten).

Fuera de estos detalles de la vida cotidiana a bordo, entre las muchas cosas que experimenté, rescato por sobre todo la atmósfera de compañerismo que pocas veces he visto en otros ambientes de trabajo. Recuerdo con cariño a compañeros que tal vez a las tres de la mañana luego de concluir con sus tareas, pudiendo ir a descansar, eligieron quedarse y acompañar con charla y mates a quienes aún le quedaban horas de trabajo. Por lo general se duerme poco durante una campaña oceanográfica, y algunos dormían menos.

Rescato por sobre todo la atmósfera de compañerismo que pocas veces he visto en otros ambientes de trabajo.

Difícilmente pueda transmitir todo lo experimentado, pero les aseguro que trabajar en un barco como personal científico es un desafío que físicamente puede resultar limitante. Si tienes la suerte de poder con ello, pocas situaciones de trabajo serán tan agradables

Texto compilado y editado por Ana Carolina Zelzman

Imagen: argentina.gob.ar y cortesía Paola Villatarco

Una pequeña muestra de las condiciones en las que se vuelve imposible muestrear..


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