Marie Skłodowska Curie: iluminada y eterna

Por M. Alejandra Petino Zappala

Publicado el 4 Julio 2020 12:16

Tiempo de lectura: 5 minutos.

Tuvo que irse de Polonia pero nunca olvidó su patria, a la que homenajeó en la tabla periódica. También fue la primera persona en ganar dos Nobel. El 4 de Julio de 1934 moría Marie Curie. En esta nota podés leer muchas cosas que seguro no sabías sobre su vida y sus descubrimientos.


El 4 de Julio de 1934 moría a los 66 años Marie Curie.

Nació en lo que ahora es Polonia y fue bautizada como Maria Salomea Skłodowska. En esos años, dicho territorio estaba bajo dominio del imperio ruso. Maria, así como el resto de los ciudadanos, sufrió durante la primera parte de su vida de la represión hacia su cultura. Durante su adolescencia dio clases de polaco en secreto, ya que el idioma y cualquier otra manifestación de la identidad polaca estaban prohibidos. También tuvo que cursar sus estudios universitarios de forma clandestina, ya que las mujeres no podían acceder a educación superior. Gracias a la ayuda de su familia, que siempre fomentó su desarrollo intelectual, pudo mudarse a París, donde prosiguió su formación en química, física y matemática con excelentes calificaciones.

Maria (o Marie, a partir de su llegada a París) se arrojó en cuerpo y alma al trabajo. Luego de algunas idas y venidas, se estableció para hacer su doctorado en el laboratorio de Pierre Curie, quien sería a posteriori su marido además de colaborador en los experimentos con el Polonio, elemento descubierto y bautizado por Marie como reivindicación de su patria oprimida. Esos años de trabajo serían tortuosos: las instalaciones eran poco más que un galpón sin calefacción ni ventilación y en ellas pasaban incontables horas haciendo experimentos para extraer, de kilos y kilos de minerales, apenas decigramos de compuestos radiactivos. Los resultados obtenidos tras tan arduos procedimientos les valdrían el premio Nobel de Física en 1903. Así, Marie se convirtió en la primera mujer en recibir el galardón, aunque ese reconocimiento se debe en gran medida a la insistencia de Pierre: la Academia había ignorado por completo el rol de la científica en esta investigación y originalmente no pensaban otorgarle el premio.

Marie y Pierre trabajando. Fuente: wikimedia commons.

La muerte de Pierre atropellado por un auto en 1906 fue dura para Marie, pero le permitió canalizar su dolor en su trabajo y en el establecimiento de un laboratorio en la Universidad de París que llevaría el nombre de su difunto marido. Allí pudo aislar un segundo elemento radiactivo, el Radio, que habían descubierto con Pierre pero no habían logrado purificar.

Nunca pudo entrar a la Academia Francesa de Ciencias; cuando se realizó la votación para decidir su membresía, los medios de comunicación alimentaron muchas críticas hacia ella, en gran parte basadas en su condición de inmigrante, mujer y atea, además de las especulaciones acerca de un posible origen judío. A tal punto llegó el linchamiento mediático de Marie que en 1911 debió huir de su casa cuando una multitud iracunda la atacó lanzando piedras a las ventanas, luego de que se supiera que había tenido una relación con un hombre casado. La prensa derechista llegó a insinuar que ella había tenido responsabilidad en la muerte de Pierre. Ese mismo año traería una noticia agridulce para Marie: por un lado, le otorgaban su segundo Nobel, esta vez en Química, por el descubrimiento y aislamiento del Radio y el Polonio. Pero tal era el escándalo que la rodeaba que los miembros de la Academia le aconsejaron que no se presentara a recibirlo. Después de mucho pensarlo, Marie se decidió a ignorar las críticas. En un intento de separar su vida personal de su trabajo, viajó a Suecia a recibir el premio.

Marie con su hija Irène, que también ganaría un Nobel en 1935. Fuente: AP / Wellcome Trust.

Sus descubrimientos serían claves durante la guerra desatada en 1914. Durante esos años ella dedicó gran parte de su tiempo a trabajar para ayudar al ejército francés. No sólo dio capacitaciones sobre rayos X al personal de salud, sino que organizó el equipamiento de ambulancias con esta tecnología y ella misma manejó algunas unidades hacia el frente de batalla. Recién con la vuelta de la paz pudo retomar sus tareas académicas, pero su intervención probablemente salvó incontables vidas. Y no sólo durante la guerra.

En el curie-móvil. Fuente: Association Curie Joliot-Curie.

Fue en sus últimos años que recibió algunos de los reconocimientos que habían sido esquivos, como la membresía en la Academia Francesa de Medicina. También se dedicó a instruir a otros grandes científicos y científicas en el Instituto Curie, dio numerosas charlas y conferencias y formó parte de comités asesores en química y física.

El cuaderno de Marie Curie. Fuente: AP / Wellcome Trust.

La suya fue toda una vida dedicada a trabajar con radiactividad cuando aún no se conocían sus efectos negativos en las células. En un principio incluso se creía que esa energía debería ser beneficiosa para la salud, y en esos años se comercializaron muchos productos radiactivos. Marie estaba, de hecho, fascinada con el brillo etéreo de las muestras en el laboratorio, a las que describía como una hermosa visión, como luces de hadas. Tras años de llevar estos tubos luminiscentes en sus bolsillos y de guardarlos en los cajones de su escritorio, finalmente fue una anemia aplásica producto de la exposición prolongada lo que precipitaría su temprana muerte. Su cuerpo y el de Pierre fueron enterrados juntos en ataúdes recubiertos de plomo, así como sus efectos personales, que según se calcula, seguirán emitiendo radiación por otros 1500 años. Aunque, al ver su trayectoria, tal vez podría decirse que este es el menos espectacular de los legados de Marie Curie.



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