Eunice Newton Foote: la cara desconocida de la climatología

Por M. Alejandra Petino Zappala

Publicado el 17 Julio 2020 10:57

Tiempo de lectura: 6 minutos.

Hoy te contamos lo poco que se sabe de Eunice Newton Foote, nacida hace 201 años. Descubrió el rol del CO2 en el calentamiento de la tierra, pero hasta 2010 nadie lo supo.


Hace 201 años, el 17 de Julio de 1819, nacía Eunice Newton en Connecticut, Estados Unidos. Aunque hizo un descubrimiento que hoy en día nos preocupa y del que hablamos muy seguido, probablemente nunca hayas oído su nombre. Ni siquiera tenemos un retrato para poder ponerle una cara a la historia de la que puede considerarse la primera climatóloga mujer.

Debemos remontarnos a la década de 1850, revolucionaria para la concepción de la historia de la tierra y de la vida. La geología estaba en auge, y los naturalistas se maravillaban ante las evidencias de un ambiente pasado muy diferente a la que ellos conocían. La tierra era cada día más antigua y se empezaba a hablar de lapsos de tiempo imposibles de concebir para un ser humano. La vida había cambiado, en los suelos aparecían gigantes hace tiempo caídos en desgracia y todo tipo de criaturas que superaban con creces a la mitología. De hecho, el fin de esa década le deparaba a la humanidad la publicación de El Origen de las Especies, de Darwin. Era un ambiente en ebullición: la mayor parte de los naturalistas de la época estaban muy interesados en comprender cómo habían sido estos misteriosos cambios en las condiciones de la tierra. Y ahí estaba Eunice Newton Foote.

El aporte del que hablaremos fue un trabajo titulado "Circunstancias que afectan el calor de los rayos solares" que fue presentado en 1856 en una reunión de la American Association for the Advancement of Science. No podríamos decir a ciencia cierta que ella lo presentó: su artículo fue leído en público por un hombre, que aprovechó la ocasión para declarar que la ciencia "no tiene patria ni sexo". Oh, la ironía.

Eunice Newton Foote recreada por Carlyn Iverson (Climate.gov).

Es muy posible que su condición de mujer también haya tenido que ver con el limitado impacto del descubrimiento. Por algún motivo, su artículo nunca fue incluido en las actas de la reunión, un hecho llamativo dada la importancia de las conclusiones. Eunice logró publicarlo luego en el American Journal of Science and Arts, pero mayormente pasó desapercibido. Aún hoy en día se considera a un trabajo posterior, del físico John Tyndall, como el primero en probar que el dióxido de carbono en la atmósfera podía contribuir al calentamiento de la tierra. Sin embargo, fue Eunice la primera en demostrar, con cilindros de vidrio y termómetros, que distintos gases diferían en su capacidad de atrapar calor al ser expuestos al sol. En particular, un cilindro lleno de "ácido carbónico" (como se conocía al dióxido de carbono entonces) tomaba una mayor temperatura que un recipiente lleno de aire y luego tardaba más tiempo en enfriarse. Sus conclusiones, referidas al pasado de nuestro planeta, se podrían considerar premonitorias con sólo un cambio de tiempo verbal: "si en algún período de la historia el aire se hubo mezclado con una mayor proporción [de ácido carbónico] que en el presente, habría resultado en una mayor temperatura".

"Circunstancias que afectan el calor de los rayos solares" de Eunice Newton Foote. American Journal of Science and Arts (1857).

Estas sorprendentes conclusiones habían pasado casi desapercibidas, y probablemente seguiría siendo así si no fuese porque en 2010 un geólogo retirado, Ray Sorenson, encontró el viejo trabajo de Eunice Newton Foote y lo sacó a la luz.

A primera vista, la falta de reconocimiento a Eunice Newton Foote puede parecer sólo un accidente. Tantos otros hallazgos científicos eran (y aún son) pasados por alto sin motivo aparente, hasta que alguna otra persona llega a la misma conclusión y tiene la suerte de quedar asociada al descubrimiento... Es una constante en la historia de la ciencia que varias personas o grupos trabajen independientemente en un mismo tema y lleguen a resultados similares casi en simultáneo. A veces unos son reconocidos y otros no, y no siempre hay una razón obvia para eso. Pero, especialmente en la época de la que hablamos, el partido se jugaba en una cancha inclinada en la que algunos tenían muchas, pero muchas más chances de meter el gol que otros. U otras.

A diferencia de Eunice Newton Foote, John Tyndall tenía una amplia formación (incluyendo un doctorado), acceso a laboratorios con los mejores equipos disponibles y -no menos importante- contactos con los físicos más importantes de la época. Sus experimentos incluían aparatos mucho más sofisticados que los cilindros de vidrio de Eunice y es cierto que sus resultados fueron más amplios y los presentó de forma más elegante. Pero fue ella la que relacionó de forma directa la presencia de dióxido de carbono con el calentamiento de la tierra, mientras que Tyndall sólo dedicó una pequeña y limitada mención a la composición atmosférica y el clima. Habría mucha más razón para considerar a Eunice como la primera persona en hablar de una de las grandes causas del calentamiento global, y tal vez la clave de la cuestión fuese que Tyndall ya tenía un renombre en la comunidad científica, mientras que nadie conocía a Newton Foote.

Eran épocas en que la instrucción universitaria estaba mal vista o incluso prohibida para las mujeres, no podían formar parte de muchas asociaciones científicas y su participación en reuniones, si sucedía, se comentaba con burla o condescendencia. Y si bien algunos científicos las reconocían como interlocutoras válidas o incluso como colegas, el consenso en la época era que la tarea científica no encajaba del todo con el temperamento de una mujer. En resumen, no podían casi de ninguna forma cultivar similares redes de contactos, ya que muchos ambientes les estaban restringidos. En general se dedicaban a la ciencia de forma amateur, y muchas veces que sus trabajos fuesen o no reconocidos dependía de algún hombre que las sacase a la luz. Las pocas que llegaban a hacerse cierta reputación, no sin resistencia de algunos colegas, eran la excepción y no la regla.

Poster del corto Eunice (2018).

Pero el cambio que en el ámbito científico se manifestaba en la rotura de paradigmas sobre el pasado de la Tierra venía de la mano de un cambio de aire a nivel social, con la llamada "primera ola" del feminismo, la que se concentró en la lucha por el acceso de las mujeres a los derechos y libertades básicos que estaban garantizados sólo para los varones. Probablemente no deba causarnos sorpresa que Eunice haya formado parte de este movimiento. Sabemos que participó de la primera reunión por los derechos de las mujeres, la Convención de Seneca Falls de 1848, que colaboró en la redacción de las actas y que cuenta entre las primeras firmantes de la declaración de principios. En este documento se reclamaban para las mujeres los mismos derechos y libertades sociales, civiles y religiosas que valían para los hombres, incluyendo el derecho a votar, a ocupar cargos públicos, a participar en el comercio y tener propiedades y a acceder a la educación universitaria. En resumen, a tener la independencia que hasta el momento no poseían y ser consideradas igual de capaces que los varones.

Firmantes de la declaración de Seneca Falls, incluyendo a Eunice Newton Foote..

El camino que hoy seguimos transitando hacia los plenos derechos de las mujeres fue pavimentado por estas pioneras entre las que se encontró Eunice Newton Foote. Pero todavía muchas disparidades se mantienen, y quién sabe cuántas otras contribuciones científicas, culturales o artísticas hayan sido ignoradas en la historia por cuestiones de género. Como en el caso de Eunice, no hace falta un intento deliberado, sino la acumulación de muchas injusticias, grandes y pequeñas, que causan que el campo de juego no esté al mismo nivel para todos.



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