Fuente: Ana Carolina Zelzman

En el medio de la historia

Por Ana Carolina Zelzman

Publicado el 25 Ago. 2021 12:00

Tiempo de lectura: 3 minutos.

Cuando una estudiante de biología hace un viaje en busca de sus raíces (étnicas) no puede evitar que su mirada se pose también en las otras especies que habitan la tierra de sus ancestros.

Hoy continuamos celebrando a los parques nacionales y reservas naturales visitando uno donde se mezclan la naturaleza y la historia.


Acostumbrada a la inmensidad de Argentina, Armenia me parecía un país diminuto en su extensión cuando lo visité en 2009 con el interés casi exclusivo de explorar mis raíces. En ese pequeño territorio, el lago Sevan, la joya de Armenia, ocupa una porción inesperadamente grande del territorio. Cerca de un sexto del país está cubierto por este cuerpo de agua dulce, que además es uno de los que se encuentran a mayor altitud en toda Eurasia.

Cuando las circunstancias de la historia, las guerras, el genocidio y las invasiones empujaron al pueblo armenio hasta el pequeño rincón del Cáucaso que ocupa actualmente, se perdió el lago Van, el otro gran cuerpo de agua dulce que fue protagonista histórico. De esta forma Sevan se convirtió en la fuente única de la riqueza agrícola de Armenia, alimentando sus campos y más tarde sus ciudades con energía hidroeléctrica y proveyendo a la región con una productiva pesca. Este gran papel fue apreciado también por la Iglesia Armenia, que instaló un monasterio en lo que originalmente era una isla en el medio del lago y actualmente, debido al mal manejo de su cuenca durante el siglo XX, se ha convertido en una península.

Desde la explanada del monasterio se puede apreciar el lago en todo su esplendor.. Fuente: Ana Carolina Zelzman

Hoy en día Sevan es un gran destino veraniego para un país mediterráneo como Armenia y cuando las circunstancias lo permiten, recibe mucho turismo extranjero, sobre todo "peregrinos laicos" como quien escribe, que se acercan a sus aguas viajando grandes distancias desde todos los países que recibieron a la diáspora armenia.

Pero como además de mitad armenia, soy bióloga, sentada en la explanada de Sevanavank (el monasterio), mi cámara de fotos buscaba a las gaviotas endémicas (es decir que se encuentran solamente en este lago y sus alrededores) y cualquier otro integrante de su rica fauna. ¡Al fin y al cabo me encontraba en un parque nacional! ¿Qué vamos a buscar a un parque nacional sino naturaleza? Y Sevan la tiene en tal valor que fue designado sitio Ramsar por su importancia como humedal de altura (se encuentra a 1900 metros sobre el nivel del mar). Cuenta con varias especies endémicas y es sitio de nidificación de muchas aves migradoras. Para proteger toda esa riqueza biológica así como histórica, en 1978 cuando Armenia aún era una República Socialista Soviética, se creó el Parque Nacional.

A este parque lo acompañan otros tres, entre ellos Dilidjian, a donde también me llevó brevemente mi recorrido. Imaginamos al Medio Oriente y al Cáucaso como regiones yermas y desérticas pero esta visita me mostró otra imagen. Dilidjian es puro verdor. 

Dilidjian es puro verdor.. Fuente: Wikimedia Commons

Pero yo estaba en un recorrido cultural e histórico y mis compañeros y compañeras de viaje no tenían tiempo para esperar a que aparecieran animales.  Así que me tuve que contentar con las gaviotas Larus armenicus y con los akrav, cuervos negros y grises (presentes desde Alemania hasta mucho más allá del Mar Caspio) que en Armenia parecen ocupar el nicho de las ausentes palomas, tanto en número como en persistencia en la búsqueda de comida. A las famosas truchas del lago Sevan solo las pude ver en cautiverio en el estanque de un restorán. 

Así quedó la intención de volver a este lejano pero cercano país que con su mayor parque nacional protege no solo a su joya acuática sino también una asombrosa riqueza biológica.  No importan los conflictos bélicos, la inestabilidad económica o el tamaño reducido, en todo el mundo los parques nacionales cumplen este valioso rol de preservar aunque sea un fragmento de la riqueza natural y en muchos casos al mismo tiempo las huellas históricas de las personas que la valoraron.

Dos gaviotas Larus armenicus y un cuervo akrav (Corvus cornix) se posan en un acantilado de la costa oeste del lago, junto a vegetación de altura típica de la zona. Fuente: Ana Carolina Zelzman


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