Hoy te presentamos a Alvin, un ávido explorador que trabajó durante décadas para conocer lo más recóndito del océano y con sus estudios revolucionó nuestra comprensión de este ambiente y del surgimiento de la vida en la Tierra.
De vez en cuando en el quehacer científico surgen instrumentos o equipos tan versátiles y durables y que permiten realizar descubrimientos tan importantes que sus nombres quedan escritos en la historia tanto o más profundamente que la de quienes los manejan.
El instrumento en cuestión se vuelve un protagonista de su disciplina, apareciendo en papers, congresos y medios masivos de comunicación. Les cientifiques que lo utilizan para su trabajo lo tienen tan presente en su conversación que el nombre se vuelve querido como el de un amigo.
Esta es la historia de uno de esos equipos. Un aparato con décadas de "vida" y el mismo nombre que un dibujo animado, que casi se perdió en el mar y que participó de uno de los descubrimientos más importantes de la biología del siglo XX. Les lectores sabrán disculparme por personificar a un submarino pero la vida de Alvin merece una biografía en el día de su "cumpleaños", es decir, de su entrada en servicio.
Alvin pertenece a la armada de Estados Unidos pero actualmente es operado por la prestigiosa Woods Hole Oceanographic Institution, que lo ha utilizado en cientos de misiones de investigación a partir de las cuales se han publicado más de 2000 papers.
Antes de eso y como parte de sus operaciones militares, Alvin se ocupó entre otras cosas de encontrar una bomba atómica hundida por accidente en el Océano Atlántico frente a España.
En 1968, 4 años después de comenzar a trabajar para la armada, Alvin se perdió en el mar cuando dos de los cables que lo sujetaban al barco que lo transportaba se soltaron por accidente. Los tres tripulantes que se encontraban en el submarino en ese momento consiguieron escapar a tiempo pero la nave siguió su viaje hacia el fondo a aproximadamente 1500 metros de profundidad. Durante varios meses el mal tiempo impidió cualquier intento de rescatarlo. Finalmente fue recuperado casi un año más tarde y remolcado hacia Woods Hole para evaluar su estado.
Aquí comenzó su historia científica y un recorrido por cambios y modificaciones que lo convertirían en una especie de submarino de Teseo. En 1973 su casco fue reemplazado por uno de titanio, lo cual le permitió aumentar la profundidad máxima que podía alcanzar. De esta forma en 1974 Alvin pudo llegar a la dorsal mesoatlántica y estudiar la formación de nuevo suelo oceánico a partir del encuentro de las placas tectónicas que corre de norte a sur por el medio de ese mar. A lo largo de la siguiente década la nave recibió varias renovaciones más, modernizando sus equipos y estructura.
Del otro lado del mundo, en el Océano Pacífico, y a lo largo de varias inmersiones durante la década del 70, Alvin fue visitando distintos tipos de respiraderos hidrotermales, estructuras geológicas que se forman a lo largo de los bordes de las placas tectónicas en el fondo oceánico y que despiden agua a altas temperaturas. Los respiraderos se forman en sectores tectónicamente activos del fondo, absorben el agua circundante y la combinan con minerales que surgen de la actividad volcánica elevando al mismo tiempo su temperatura para volver a expulsarla a través estructuras similares a chimeneas. Si bien la existencia de los respiraderos se sospechaba previamente, gracias a Alvin se pudieron obtener las primeras imágenes directas de estas extrañas estructuras. Pero lo que no esperaban les investigadores al observar esas imágenes era encontrarse con seres vivos en esas condiciones extremas. En profundidades de hasta 3000 metros, con presiones abrumadoras y agua expulsada a una temperatura de aproximadamente 380° nadie imaginaba encontrar vida y sin embargo allí estaba. Gusanos agitándose con las corrientes pero firmemente aferrados al sustrato, artrópodos que parecían versiones fantasmagóricas de sus parientes más cercanos a la superficie, moluscos de todas formas y tamaños, todos ellos sustentados por una comunidad de bacterias capaces de aprovechar los nutrientes expulsados por el respiradero para sintetizar su energía. De esta forma Alvin descubrió el primer ecosistema de la Tierra enteramente independiente de la luz del sol. Este descubrimiento llevó incluso a que se pusiera en duda el origen mismo de la vida, que hasta entonces se consideraba surgida de las pozas de marea o de aguas someras en las costas, con organismos fotosintéticos en la base de la red trófica, aprovechando la luz solar. Nada parecía negar la posibilidad de que la vida en cambio hubiera surgido en estos respiraderos, alimentada por la energía de la tectónica de placas, en un ambiente caliente en comparación con el oscuro y frío océano que la rodeaba. Hoy en día esta hipótesis sigue siendo una de las consideradas para explicar el surgimiento de la vida en nuestro planeta.
En 1986 Alvin realizó el que probablemente sea su estudio más conocido: la exploración de los restos del Titanic en las profundas aguas del Atlántico norte (aunque no fue el sumergible utilizado para descubrirlos).
En 2000, descubrió el campo hidrotermal apodado "Ciudad Perdida", ubicado en el macizo Atlántico entre Estados Unidos y Europa. La Ciudad Perdida resulta de particular interés para el estudio del origen de la vida ya que al tener una química poco habitual, las especies que componen el ecosistema difieren de las presentes en otros sistemas hidrotermales.
En las siguientes décadas y hasta el día de hoy, Alvin continúa llevando tripulaciones de dos investigadores y un piloto a las profundidades del océano siguiendo con su tarea científica. A lo largo de su vida sus partes fueron poco a poco cambiadas de forma que actualmente del Alvin original solamente persiste su diseño general y su nombre, al igual que el barco de Teseo, que cambia pero sigue siendo el mismo.