Fuente: Wikimedia Commons
Ayer en el Día de la Biodiversidad te presentamos algunos ejemplos del impacto que el cambio climático tendrá sobre especies puntuales. Hoy continuamos el tema analizando que pasa más allá de las especies puntuales y detallando algunas medidas propuestas para remediar la pérdida de diversidad que son como mínimo "raras".
Ayer comenzamos a hablar sobre el impacto del cambio climático sobre la biodiversidad mencionando casos puntuales de especies que serán afectadas. Por muchas de ellas es fácil sentir lástima. Son animales “tiernos y peludos”. No sentimos el mismo nivel de empatía por una planta, un hongo, un gusano… y sin embargo estas especies van a estar afectadas también. Aunque no nos parezcan "lindas" debemos insistir con la idea de que todas las especies (incluída la nuestra) están conectadas y se influyen mutuamente de manera directa o indirecta. Por lo que la desaparición de cualquiera debería ser causa de preocupación por la posibilidad de consecuencias impredecibles. Este es un concepto que atraviesa disciplinas, enfoques, formas de pensar… y sin embargo parecería que todavía no caló del todo en el imaginario popular.
No es mi intención hablar mal de todas las prestigiosas ONGs que hacen un trabajo de conservación de especies admirable. Pero quiero aprovechar esta pequeña tribuna para insistir en la importancia de entender los impactos a nivel ecosistema y no preocuparnos solo por especies puntuales. Y sobre todo para tener presente que toda medida que tomemos puede tener consecuencias imprevistas. Por supuesto, no nos podemos preparar justamente porque son imprevistas, pero tenemos que estar dispuestos a lidiar con ellas.
Toda medida que tomemos también puede generar conflictos con otras. A veces los esfuerzos de preservación de nuestra propia especie pueden entrar en choque con las necesidades de otras. Como ejemplos podemos poner la instalación de compuertas para proteger ciudades del aumento del nivel del mar. Esta es una medida que seguramente muchos gobiernos apoyarían pero por la que muchos profesionales de la ciencia pondrían el grito en el cielo como destructora o al menos disruptora de hábitats costeros. Otro ejemplo muy habitual es el choque entre conservacionistas y activistas anti cambio climático en relación a la producción de energías renovables. Muchas de esas fuentes son enormemente detrimentales para las especies locales de los lugares donde se instalan los generadores. El caso más famoso es el de los molinos eólicos, que son mortales para muchas especies de aves y a otras no las matan pero les alteran bastante el comportamiento con su inescapable contaminación sonora. En este caso cabe preguntarse también cuál es el nivel de mortalidad provocado en esas especies por la generación de energía a partir de combustibles fósiles.
No podemos dejar de mencionar también un conjunto de seres vivos que están directamente afectados por el cambio climático, pero que no son la referencia habitual cuando se habla de pérdida de biodiversidad: los microorganismos. Se calcula que hasta el 90% de la biomasa de los océanos estaría constituida por organismos unicelulares. Muchos de ellos son fotosintéticos, es decir, toman carbono del dióxido de carbono del aire y son la fuente de alimento de animales como el krill, que a su vez son alimento de las carismáticas ballenas además de a infinidad de aves y peces. Todavía nos falta saber bastante sobre la dinámica de estas comunidades para entender cómo van a reaccionar a los cambios así que es muy importante seguir con los estudios.
También nos queda por aprender muchísimo sobre la respuesta de los microbios del suelo, y sobre todo un caso particular que ha dado qué hablar hace unos años: el permafrost. En 2016 hubo una epidemia en una región muy aislada de Rusia que resultó ser de ántrax. Fue un caso que se supuso indirectamente derivado del cambio climático. La mayor parte de Siberia está cubierta por un suelo denominado permafrost, que se mantiene congelado la mayor parte del año. Solo durante el verano se descongela la parte superior. Ese nivel de congelamiento hace que casi no haya bacterias en la superficie que descompongan la materia orgánica muerta. Por lo que cuando algo muere en el permafrost va quedando enterrado en las capas de congelamiento de los sucesivos años sin descomponerse. Por eso es que en esa parte del mundo es tan fácil encontrar animales congelados, aunque sean especies extintas como el mamut. El problema es que en los últimos años se está alterando el ciclo de congelamiento, la capa superior no llega a congelarse del todo en invierno. Luego llega el siguiente verano y se descongela todavía más. Esto hace que estos cadáveres comiencen a surgir "espontáneamente" (sin necesidad de extraerlos con excavaciones). Este parece haber sido el caso de la epidemia: los renos que habitan la zona transmitieron el ántrax a los humanos luego de contagiarse de renos muertos hace dos siglos, cuyos cadáveres han empezado a surgir del permafrost y a descongelarse y descomponerse. Estamos entonces ante la amenaza de que este contagio se vuelva a repetir, tanto con ántrax como con cualquier otro patógeno cuyos organismos responsables hayan quedado congelados en el permafrost en el pasado.
A esta amenaza de epidemia debemos sumarle el hecho de que el derretimiento del permafrost está dejando al descubierto estos cadáveres que, apenas expuestos comienzan a ser descompuestos por la fauna bacteriana que no puede consumirlos enterrados. La descomposición de estos cadáveres genera metano, un gas que genera efecto invernadero mucho más fácilmente que el dióxido de carbono. Parece una tontería, es seguro que las emisiones directas de los humanos tienen mucho más efecto que esto… pero lo cierto es que el aumento de la temperatura global puede disparar un efecto dominó en el permafrost que a medida que se vaya derritiendo va a acelerar su propia tasa de derretimiento. Una mínima buena noticia de todas formas es que, junto con las bacterias productoras de metano, también están surgiendo del permafrost bacterias consumidoras de metano… resta saber su cantidad y eficiencia de consumo para saber si tendrán un efecto significativo…
Está claro entonces que los pasos habitualmente mencionados para intentar combatir el cambio climático van a ayudar: reducir emisión de gases nocivos, cambiar hábitos de consumo y uso de energía, a nivel individual y más aún a nivel institucional y empresarial, buscar fuentes de energía renovables. Pero no hay que descuidar factores no directamente relacionados al cambio climático, como la reducción de hábitat y la contaminación, que declinan las poblaciones de otros seres vivos y los dejan muchísimo más vulnerables al cambio climático. En la medida de lo posible, hay que promover las reservas y los corredores ecológicos e intentar que las medidas que ayuden a nuestra especie a enfrentar el cambio no tengan al mismo tiempo la consecuencia indeseable de perjudicar a otros seres vivos. Porque al fin y al cabo estamos todos tan conectados que nunca se sabe lo que puede pasar si desaparece una especie aparentemente "intrascendente".
Las medidas que alteran los hábitats no se pueden tomar a la ligera, deben ser contempladas tanto en el nivel científico como en el nivel ético. Un claro ejemplo de esto es la propuesta de "aforestación", que a diferencia de la reforestación propone no replantar árboles donde solían existir sino plantarlos donde antes no había. ¿Es ético entonces lo que está haciendo Etiopía, que ha poblado el desierto de plantines? Si estos sobreviven, el ecosistema se verá completamente alterado. Por supuesto tendremos una buena tasa de secuestro de carbono pero habremos dejado un gran territorio no apto para las especies locales que deberían habitarlo pero no están adaptadas a un ambiente de bosque. Mi intención aquí no es cuestionar este tipo de medidas sino presentar el debate, ya que esta es solo una de una serie de medidas tomadas alrededor del mundo que tienen implicancias discutibles. Cabe la pregunta: ¿estamos ya en tal situación de urgencia que cuando un individuo u organización cree tener una solución debe encararla sin importar que pase por arriba de estados o leyes? ¿Podemos arriesgarnos a consecuencias imprevistas? Respecto a este punto podemos presentar dos ejemplos más.
Por un lado tenemos el caso de un investigador ruso que propone repoblar la tundra siberiana con herbívoros como ciervos o cabras para que su materia fecal fertilice el suelo y refuerce el crecimiento de hierbas. Considera que esto creará un círculo virtuoso de crecimiento herbáceo que protegerá al permafrost del derretimiento. En su versión más extrema propone recuperar a los mamuts utilizando ingeniería genética ya que su tamaño permitiría mayor disponibilidad de materia fecal y patas más grandes para comprimir el suelo. Más allá de esta locura de revivir animales extintos… ¿es aceptable trasladar animales miles de kilómetros a un hábitat que nunca ocuparon?
El segundo caso involucra otro gran olvidado: el plancton marino que nombramos antes. Un estadounidense con contactos y mucha plata decidió que para recuperar la población de salmones del Pacífico noroeste y ayudar a recuperar los pueblos de pescadores, lo único necesario era que los salmones recuperaran alimento. Así que decidió hacer explotar la población de plancton que estaba en declive, sin evaluar si ese declive respondía al cambio climático u otros factores. "Fertilizó" el mar con sales de hierro y al año siguiente hubo una buena pesca. Pero nunca sabremos si ese solamente había sido un mal año para el plancton o si realmente había un declive porque en la zona no había buenos relevamientos.
Vemos por lo tanto que las implicancias del cambio climático para la biodiversidad son complejas y no del todo comprendidas, por lo que las medidas que tomemos para remediarlas deben ser cuidadosamente analizadas. Este no es el primer cambio climático que atravesó nuestro planeta. La vida muy probablemente supere éste también. Lo que es más dudoso es si la vida humana lo superará. Incluso viendo la problemática desde una perspectiva egoísta y de autopreservación, nuestra especie debe esforzarse por frenar los efectos de su propia actividad, ya que no sabemos como éstos y la desaparición de otras especies pueden afectarnos.